Identifican las zonas con riesgo de abandono de tierras agrícolas en el Pirineo
El turismo y las segundas residencias impulsan la renuncia a los terrenos, segos un estudio de la UdL
El turismo, los deportes de montaña como el esquí y las segundas residencias favorecidas por las buenas conexiones viales aumentan el abandono de tierras agrícolas y pastos en los Pirineos. Así lo dice una investigación liderada por la Universidad de Lleida (UdL), con la participación de la Universidad de Zaragoza (Unizar) que acaba de publicar la revista 'Landscape and Urban Planning'. El modelo geoespacial revela que el mayor riesgo se concentra en el extremo oriental del macizo, en las subcomarcas de la Cerdanya, Ripollès, Garrotxa, la Selva, Osona y norte del Berguedà; pero también al Pirineo Central, desde el Pallars Jussà hasta las comarcas aragonesas de la Ribagorça, el Sobarbe y el Alto Gállego. De hecho, sólo Navarra quedaría fuera del máximo peligro.
Las investigadoras y los investigadores de la UdL y Unizar han ajustado un modelo de alto rendimiento predictivo que calcula la probabilidad de abandono de tierras en el Pirineo combinando algoritmos de aprendizaje automático, datos geoespaciales y observaciones históricas del territorio entre 1980 y el 2019. Las tasas de abandono más elevadas se encuentran en los núcleos rurales y pueblos de los valles inferiores donde el turismo y las actividades recreativas han proliferado a lo largo de los años. Las conexiones rápidas de las principales áreas metropolitanas de Barcelona (autovías C-17 y C-16) y Zaragoza (A-23, A-21, N-330 y N-240) con las zonas de montaña también han contribuido a la proliferación de segundas residencias y otras formas de alojamiento, como campings y hoteles.
Los resultados señalan que el abandono es más probable en el este del Pirineo catalán, con muchas zonas de probabilidad muy alta de ser abandonadas en el futuro. Las tasas son medias-altas hasta la frontera entre Aragón y Catalunya. El Pirineo central, que se extiende desde el Pallars Sobirà hasta la Jacetània, presenta más variabilidad. Los valora de probabilidad son muy bajos finos y en torno a las áreas protegidas, pero más altos en lugares especializados en turismo rural o esquí, especialmente en la Val d'Aran, el Sobarbe y el Alto Gállego. La probabilidad de abandono prevista cerca de las estaciones de esquí es más alta en Aragón que en Catalunya, "el que sugiere que estas instalaciones no fomentan el abandono por sí mismas sino por su oferta lúdica complementaria", señala el artículo.
Ubicación del área de estudio y límites del análisis. Las áreas previamente abandonadas se resaltaron en azul.
En líneas generales, "la facilidad de acceso a infraestructuras viales de alta capacidad, lejos de contribuir a la fijación de la población rural en el territorio, favorece la expansión de centros turísticos y de viviendas de ocio que acaba al abandono de las tierras agrícolas", destaca el investigador de la UdL y firmante principal del artículo, Pere Joan Gelabert. "La pandemia de la covid-19 ha demostrado que es arriesgado confiar económicamente sólo del turismo, mientras que la diversificación promueve economías resilientes", reflexiona.
Las investigadoras e investigadores creen que la identificación de lugares estratégicos donde el abandono de tierras será más probable en el futuro es fundamental en el diseño de políticas efectivas para prevenir y revertir el proceso y sus impactos asociados. "Nuestros resultados permiten a las autoridades tomar decisiones en múltiples escalas, desde planes locales de gestión de la tierra hasta programas de políticas en toda la región", recogen las conclusiones. En este sentido, apuestan por la recuperación de prácticas agrícolas tradicionales, o reinventadas a partir de la introducción de nuevas iniciativas bioeconómicas, y su integración con actividades recreativas y nuevas modalidades turísticas para evitar el proceso de abandono y evitar la degradación ecológica y cultural.
Otro estudio de personal investigador de la UdL y Unizar, publicado en 'Remote Sensing of Environment', ha constatado cómo las especies forestales vuelven a cubrir los campos de cultivos abandonados y las áreas abiertas de los Pirineos. Este recubrimiento natural, conocido como sucesión secundaria, consiste en la colonización por las especies|especias arbustivas durante los primeros 5 años y por el desarrollo del estrato arbóreo a partir de los 10-15 años. La investigación firma que en la última década se han abandonado 6.000 hectáreas cada año. La zona "invadida" por el bosque representa el 66% de los pastos pirenaicos.