CAMBIO CLIMÁTICO EFECTOS
El calor anómalo de este año será ya a corto plazo habitual, según los expertos
Las altas temperaturas de esta primavera, con máximas históricas y una ola de calor en mayo, pasarán de ser un fenómeno anormal a ser la tónica habitual en Lleida y Catalunya a corto plazo, en poco más de una década. Esta es la previsión de varios expertos sobre el cambio climático, que también pronostican más sequía y noches tropicales.
Las temperaturas históricas del pasado mayo, que en la provincia de Lleida alcanzaron los 38,4 grados, y el calor sostenido desde principios de ese mes son aún un fenómeno anómalo, pero se convertirá en la tónica dominante del clima en Catalunya a corto plazo, quizás en poco más de una década. Así lo indica Salvador Samitier, jefe de la Oficina Catalana del Cambio Climático. “Ahora hablamos de una cierta anomalía, pero es muy posible que dentro de unos años, de una década, esta sea la normalidad”, indica. Añade que “nos deberemos acostumbrar a este calor más intenso y que empieza antes en comparación con el periodo de entre 1960 y 1990”, que sirve de referencia junto con los datos de la época preindustrial. Marc Prohom, jefe del área de Climatología del Servei Meteorològic de Catalunya, corrobora que “este mayo ha sido excepcional, pero se puede deducir que el verano se ampliará tanto en la primavera como en el otoño”.
El glaciar oriental de la Maladeta, en el Pirineo aragonés, está ya próximo a la desaparición. En el interactivo, imagen del 2010 comparada con el 2020
Prohom cree que “el cambio climático es una realidad y las alteraciones son cada vez más acusadas en el clima mediterráneo, con un ascenso de la temperatura y, en menor medida, con menos precipitaciones”. Víctor Resco, profesor de Ingeniería Forestal de la UdL, subraya que “el cambio climático es irreversible” y dice que “ya no tenemos tiempo para limitarlo a un grado y medio” en comparación a la época preindustrial, que era el objetivo recomendado por el Acuerdo de París sobre el clima. Precisamente, Samitier señala que Catalunya y el Mediterráneo superan este límite, porque la temperatura media ha subido 1,6 grados, y 1,3 con respecto a entre 1960 y 1990.
Además, detalla que el aumento en el Pirineo y en todas las zonas montañosas es mayor. Sendos estudios del experto en glaciares Jordi Camins Just en el Pirineo y los Alpes lo ratifican, ya que concluyen que en ambas cordilleras la media actual supera en 4 grados a la preindustrial. Samitier dice que aunque se dejara ya de emitir gases, “la inercia climática cuesta mucho de cambiar”, por lo que difícilmente se notaría antes de 2050.
Mientras, Resco avisa de que “según los nuevos acuerdos internacionales, la temperatura tendría que subir una media de 2,7 grados”, pero si no se respetan, en la cuenca del Mediterráneo la subida podría ser de 4,5. “El horizonte es que el interior de Catalunya puede tener el clima actual de Sevilla, la costa el de Málaga, y Madrid, el del norte de África”, apunta Samitier, que precisa que hay medios y aún hay tiempo para mitigar el cambio climático.
El Pirineo ya no tendrá ningún glaciar dentro de solo dos décadas
Jordi Camins Just, que lleva 40 años estudiando y documentando la evolución de los glaciares y heleros (acumulaciones de hielo y nieve sin desplazamiento, a diferencia de los glaciares) en el Pirineo, explica que ya solo quedan 19 de los primeros y 24 de los segundos, todos en la zona de Aragón y en la vertiente francesa. De acuerdo con la evolución reciente, afirma que “en 2040, dentro de solo 18 años, es difícil que quede algún glaciar activo”, y añade que en 2050 es seguro que ya no habrá ninguno y que como mucho “podrían quedar franjas de 4 heleros”. Destaca que a mitad del siglo XIX había 50 glaciares y 43 heleros y que los primeros ocupaban 2.380,7 hectáreas, mientras que los actuales solo tienen 274,7, con lo que la reducción ha sido del 88,5%. Por otra parte, la subida de las temperaturas provoca que el deshielo de la nieve acumulada en las montañas se avance cada año. Además, las estaciones de esquí deben recurrir a la innivación artificial y subir de cota sus pistas.
Prevén que este verano será más caluroso y seco en Catalunya
Este verano será “caluroso y seco”, según explicó ayer Marc Prohom, jefe de Climatología del Servei Meteorològic de Catalunya. “Esto es lo que indican las previsiones. De hecho, ya a corto plazo este fin de semana tendremos un nuevo episodio de altas temperaturas”, añadió. Los próximos días se alcanzarán entre 35 y 40 grados. Los valores más altos se registrarán entre mañana y el martes. Ayer, las máximas fueron de unos 33 grados en puntos del Segrià. Cabe recordar que Lleida vivió el mes de mayo más caluroso en 80 años, con récords de máximas y de más días superando los 30 grados. Los pronósticos apuntan que este verano habrá varias olas de calor. Prohom manifiesta que otro de los síntomas del cambio climático “es que cada vez hay más noches tropicales [cuando la mínima no baja de 20 grados], especialmente en zonas costeras, y olas de calor con temperaturas por encima de los 35 grados”. Por su parte, Samitier señaló al respecto que este fenómeno es perjudicial para la salud de las personas, principalmente las de mayor edad, al impedir el descanso nocturno, y afecta más a las áreas urbanas, ya que a las altas temperaturas hay que sumar el efecto de “isla de calor” que generan las ciudades. La Agencia Estatal de Meteorología estima que las noches tropicales aumentarán un 30% hasta finales de siglo.
Más noches tropicales a 20 grados o más , que afectan a la salud
Prohom manifiesta que otro de los síntomas del cambio climático “es que cada vez hay más noches tropicales [cuando la mínima no baja de 20 grados], especialmente en zonas costeras, y olas de calor con temperaturas por encima de los 35 grados”. Por su parte, Samitier señaló al respecto que este fenómeno es perjudicial para la salud de las personas, principalmente las de mayor edad, al impedir el descanso nocturno, y afecta más a las áreas urbanas, ya que a las altas temperaturas hay que sumar el efecto de “isla de calor” que generan las ciudades. La Agencia Estatal de Meteorología estima que las noches tropicales aumentarán un 30% hasta finales de siglo.