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TERRITORIO TRADICIONES EN RIESGO

Les Garrigues apaga sus hornos: ya sólo quedan seis obradores que afrontan un futuro complicado

La comarca, de larga tradición panadera, perderá en tres años productores en Arbeca, Vinaixa, Cervià y Les Borges || Quedarán seis obradores que afrontan el reto de competir con supermercados, precios al alza y falta de relevo

El horno que todavía queda en Cervià de les Garrigues, que regentan Salvador Gili (foto) y Antònia Perramon.

El horno que todavía queda en Cervià de les Garrigues, que regentan Salvador Gili (foto) y Antònia Perramon.ALBERT GONZÁLEZ

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Les Garrigues está perdiendo algunos de sus tradicionales hornos de pan. En tres años, productores de Arbeca, Vinaixa, Cervià y Les Borges Blanques se jubilarán sin tener relevo. A ellos se suman los últimos cierres en Els Omellons, Bovera y Castelldans. El aumento de precios de la harina, la luz y los carburantes, la proliferación de grandes superficies con pan más barato y la falta de relevo generacional castigan a un oficio artesanal del que en unos años quedarán media docena de productores en una comarca de larga tradición en el sector (básicamente en Les Borges, Juneda, la Granadella y l’Albi). Los casos más dramáticos se hallan en los núcleos pequeños.

En verano de 2021 cerró la histórica panadería Cal Gabarra de Els Omellons, un negocio que suministraba pan a los pueblos cercanos como l’Espluga Calba, la Floresta o Arbeca. Desde la jubilación del panadero, Josep Gabarra, muchos de sus antiguos clientes han confiado el suministro a una empresa de Bellpuig. Un familiar suyo, Ramon Gabarra, aún regenta otro horno en Vinaixa pero también cerrará cuando pueda jubilarse en un par de años. “Hemos perdido demasiados clientes”, lamenta su mujer, Paulina Jiménez. “Nos ha afectado mucho la inflación y nuestros hijos no quieren continuar”. Distribuye actualmente pan al Vilosell, donde sus clientes deberán buscarse otra panadería pronto.

Otro caso es el de Bovera. El ayuntamiento recuperó en 2020 el antiguo horno de la cooperativa, que estuvo en desuso durante más de quince años, y el año pasado lo cedió a una familia para su explotación. Hace unos meses los adjudicatarios anunciaron su marcha por motivos personales y ahora el horno vuelve a estar cerrado, a la espera de alguien interesado. “La gente ya no quiere venir a los pueblos”, se lamenta el alcalde, Òscar Acero, “por muchos esfuerzos que haga la administración”. Desde enero, los vecinos de Bovera deben ir a comprar el pan a La Granadella o a Flix.

En Castelldans, el último horno cerró hace dos años. La pastelería Picot, que mantiene la venta de pan en el pueblo, decidió trasladar la producción a Lleida ciudad. “El horno que teníamos en Castelldans quedó muy anticuado y obsoleto”, argumenta el empresario Jordi Mor. El pan que hacen en Lleida, también lo distribuyen a L’Albagés y el Cogul.

Arbeca, el tercer municipio con más habitantes de la comarca, también se quedará sin horno en menos de tres años. El único productor está a las puertas de la bancarrota. La apertura de dos supermercados en el pueblo y el aumento de los costes de la materia prima han ahogado el negocio. Su propietaria, Maria Pilar Sola, lamenta las dificultades y solo espera que su marido pueda llegar a la jubilación antes de quebrar.

En Juneda, segundo municipio de les Garrigues, solo queda Forn de Pa Mas, fundado hace casi 120 años. Su actual propietaria es Anabel Mas, que asumió el negocio familiar “por nostalgia”. Tras la jubilación de su padre, ella contrató a dos horneros para mantener la producción, pero reconoce que el establecimiento no puede competir con las áreas comerciales. El aumento del precio de la harina es lo más difícil de asumir. En dos años, su coste se ha doblado y se prevé que lo vuelva a hacer. “Desde que asumí el negocio hace 7 años no había subido el precio del pan”, asegura Mas, “y en 2022 me he visto obligada a hacerlo dos veces ya”.

Uno de los hornos más emblemáticos de la comarca es Casa Mariana, de Cervià de les Garrigues. Allí, además del popular pa de ronyó (que también se elabora en Les Borges), producen pastelería y los famosos braços de gitano que distribuyen en Les Borges, Arbeca,L’Albagès, el Cogul, Juncosa y Torrebesses. Son de los pocos que siguen usando el horno moruno con leña. Pero han anunciado que en menos de tres años cerrarán. “Nos jubilamos y no deseamos este tipo de vida para nuestros hijos”, asegura Antonia Perramon.

En Les Borges, todavía quedan tres productores a pleno rendimiento, pero uno es posible que acabe apagando su horno en poco tiempo. Se trata del Forn Rosselló, donde el actual artesano, Josep Rosselló, se acerca a la edad de jubilación. Su hermana Maria Àngels está dispuesta a seguir con el negocio, pero sin la producción de pan. “Es una actividad muy sacrificada que yo sola no puedo asumir”, explica. Prevé continuar con el servicio de cafetería

Jesús Querol es el propietario de Forn Pa Ronyó de Torregrossa, en las llamadas Garrigues históriques. Es delegado comarcal del gremio de horneros de Lleida (con 117 asociados) y asegura que el entorno rural está abocado a tener un solo horno por comarca. “Es un sector muy duro”, dice, “que obliga a modernizarse y a invertir en maquinaria para sobrevivir”. Admite que los productores que se acercan a la jubilación ya no se plantean nuevas inversiones. “Estamos sentenciados a muerte”, lamenta.

El horno que todavía queda en Cervià de les Garrigues, que regentan Salvador Gili (foto) y Antònia Perramon.

El horno que todavía queda en Cervià de les Garrigues, que regentan Salvador Gili (foto) y Antònia Perramon.ALBERT GONZÁLEZ

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