La cuenca del Ebro cierra el año hidrológico con las reservas más bajas de los últimos cinco años
La CHE ajusta el riego en Bardenas, el Alto Aragón, el Urgell y el Segarra-Garrigues
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha cerrado el año hidrológico 21-22 con las reservas por debajo de la media de los últimos cinco años. Las reservas de los embalses de la cuenca se sitúan por debajo de los 2.900 hectómetros cúbicos (37%), mientras que la media del último lustro ha sido de 4.200 hectómetros cúbicos (53%). El año hidrológico empezó con unas reservas de 4.080 hm3 (51%) y ha sido marcado por las crecidas extraordinarias de diciembre del año pasado, la larga sequía de este verano y también las pocas lluvias del invierno y la primavera. La CHE ha garantizado los usos y demandas del agua, pero ha hecho ajustes –con prorrateos y reparto de dotaciones– en las redes de acequia de Bardenas, Alto Aragón, el Urgell y el Segarra-Garrigues.
Según los parámetros del Plan Especial de Sequía de la cuenca del Ebro, el tramo de Aragón, el Segre y el tramo final del Ebro están en situación de emergencia por el bajo nivel de las reservas.
Menos lluvias
En el conjunto de la cuenca ha llovido un 13% menos que la media de los últimos veinte años y llovió la mitad de lo que ha sido habitual durante los meses de mayo, junio y julio. El deshielo en el Pirineo también empezó antes de tiempo, a mitad abril, y tampoco ha permitido aprovechar las aportaciones al río de otras temporadas. En todo, hay que sumar las altas temperaturas que se han alargado de mayo a agosto y que han aumentado "los procesos de evapotranspiración".
El año pasado, octubre fue un mes seco, noviembre fue lluvioso y diciembre fue lluvioso al nordeste y muy seco en el sureste. El invierno acabó con un enero y febrero muy secos y un marzo lluvioso.