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AGRICULTURA EXPERIENCIAS

“La payesía no es un trabajo exclusivo de hombres y tenemos que visibilizarnos”

Laia Angrill, una joven de Peramola de 22 años, se encarga de la granja familiar tras finalizar una carrera universitaria || Tomó las riendas de la explotación al enfermar su padre de Covid y morir su abuelo

Laia Angrill junto al rebaño de vacas de su granja familiar que gestiona junto a su padre y otros dos trabajadores.

Laia Angrill junto al rebaño de vacas de su granja familiar que gestiona junto a su padre y otros dos trabajadores.C.S.

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Laia Angrill es una joven de Peramola de 22 años que hace dos optó por regresar al Alt Urgell para hacerse cargo de la explotación de vacas familiar tras estar cuatro años estudiando una carrera (Estudios Globales) y un máster en Barcelona. Además, sacó la mejor nota de selectividad de Lleida. Ella “en ningún caso” se considera “una heroína” por gestionar junto a su padre y otros dos trabajadores una granja de 250 cabezas.

Lucha por “eliminar el estigma” que tiene la sociedad de la profesión de payés que considera va condicionada a ser “un trabajo sucio, masculinizado y para gente sin aspiraciones ni estudios”. “En ningún caso el rol del payés es el de arrastrar cubos, conducir tractores y llevar vacas de un lago a otro”, reivindica. Una explotación es una empresa a nivel técnico muy complejo y la administración lo está complicando tanto que acabará siendo necesario disponer de un grado de ADE (Administración y Dirección de Empresas) para sacarla adelante, añade.

Defiende la labor “fundamental” que hace el sector en la gestión de los bosques, en la de aportar alimento de calidad y en el papel que tiene de fijar población en el territorio de montaña. Reivindica el papel de las mujeres en el oficio, lamenta que en muchos casos la situación de estas sea “precaria porque no suele estar ni dada de alta ni constar como propietaria” y hace un llamamiento a visibilizarlas igual que se ha hecho con las mujeres en la ciencia, “porque siempre han estado al pie del cañón”.

Insiste en que “queda mucho por hacer”, tanto en la educación como en las familias, donde es necesaria una formación “feminista e igualitaria”. Su caso fue diferente al de otras “pocas” mujeres que optaron por la formación agraria. No tenía claro a qué quería dedicarse pero la irrupción de la pandemia la obligó a tomar las riendas de la granja cuando su padre estuvo un mes encerrado en casa por culpa de la Covid y su abuelo, que también se hacía cargo de los animales, falleció.

Angrill es hija única y explica que “si no lo hacía yo la granja no tiraba adelante y se perdía todo el esfuerzo familiar que había detrás”. “Se me habría roto el corazón”. “Me baso en todo lo que he aprendido de mi padre y mi abuelo y la formación económica me sirve también para la gestión de la empresa”, dice.

Laia Angrill junto al rebaño de vacas de su granja familiar que gestiona junto a su padre y otros dos trabajadores.

Laia Angrill junto al rebaño de vacas de su granja familiar que gestiona junto a su padre y otros dos trabajadores.C.S.

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