ESNOTICIA
“Los muros de Oliana temblaban”
Los embalses no solo sirven para almacenar agua, paliar su escasez en tiempos de sequía y generar energía, sino también para evitar los efectos destructores de las avenidas durante un temporal de gota fría. Cabe destacar que en noviembre de 1982 hacía solo un par de semanas que había colapsado la presa de Tous, en Valencia, dejando decenas de muertos y toda una comarca anegada. En este sentido, durante el temporal de noviembre la tensión aumentaba en las presas leridanas a medida que también lo hacía el nivel del agua en los embalses.
Ramón Arxer trabajaba como técnico en la de Oliana. Recuerda cómo el aliviadero de la presa llegó a funcionar al límite de su capacidad, sobre los 2.000 m3/s, y que había agua por todos los lados. “Uno de nuestros objetivos era que la central no dejara de producir electricidad, no solo para no dejar al territorio sin corriente, sino porque sin electricidad las compuertas del aliviadero hubieran dejado de funcionar, con el riesgo de que la presa colapsara”, explica Arxer, que añade que “los muros de la presa temblaban y había mucho ruido”.
En el Pallars Sobirà Anselm Segalàs, que entonces trabajaba en la central de Llavorsí, recuerda que las cortinas de agua fueron constantes durante más de tres días, hasta que los ríos se desbordaron. “El Noguera Pallaresa llegó en Llavorsí al nivel del puente que cruza para ir a la Vall de Cardós”, afirma Segalàs, que recuerda cómo una grúa trabajaba sin parar para desbloquear el puente de troncos, vigas y otros materiales que bloqueaban el ojo. Unos metros más arriba, asegura, el muro que protegía la central de Llavorsí cedió, inundándose la parte baja del pueblo. En cuanto a la central, tuvieron que ser desmontadas las bombas de refrigeración, y la sala de turbinas y alternadores quedó inundada e inutilizada. Tampoco había línea telefónica, y solo funcionaba la de la compañía, que muchos vecinos usaron para comunicarse con sus allegados.
Por su parte, Xavier Turiella, que esos días trabajaba en las compuertas de la central de Sant Llorenç de Montgai, asegura que estas “estaban abiertas al máximo, y a pesar de que el embalse no llegó a estar nunca en su límite, el agua estaba por todos los lados”. “En Camarasa y en Oliana se vivieron situaciones más peligrosas, pero aquí no fue el caso”, explica Xavier, que afirma también que gracias a los actuales modelos de predicción, a las canalizaciones que se han hecho en los lechos fluviales desde entonces así como a la construcción del embalse de Rialb, muy difícilmente se podría repetir una situación tan catastrófica como la que se vivió hace cuarenta años en la demarcación.