ESNOTICIA
Un río con un gran poder destructivo
El río Segre, tras recorrer 261 kilómetros, es el principal afluente del Ebro por su margen izquierdo y recoge las aguas de la vertiente sur del Pirineo. A lo largo de toda su historia, el desbordamiento de su cauce ha sido un hecho recurrente, sobre todo durante las lluvias otoñales, cuando suelen producirse tormentas cortas pero muy intensas. Según datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro, el caudal interanual medio del Segre a su paso por Lleida es actualmente de 14 m3/s, mientras que durante las lluvias del 1982 superó los 3.200 m3/s, casi 250 veces más.
Pero esta no fue su avenida más grande, ya que un estudio en el que participó el profesor de la Universitat de Lleida especialista en hidrología Josep Carles Balasch, junto a otros investigadores, afirma que en 1787 el Segre alcanzó los 8.500m3/s –la más grande registrada en los últimos 500 años–. Este estudio fue presentado en una asamblea de la reunión de geociencias internacionales en Viena. Aunque no es necesario ir tan atrás en el tiempo para encontrar otras avenidas importantes.
El siglo pasado, concretamente en 1907, el Segre superó los 5.250 m3/s, y se tiene constancia de que el agua alcanzó el primer escalón de la Catedral Nova. Cabe destacar que los embalses de Tremp y Camarasa no se habían construido todavía. Y es que ya hay referencias sobre la relación conflictiva entre el río y la ciudad de Lleida en la época de Julio César.
Concretamente, el emperador romano escribió que una avenida en el año 49 antes de Cristo provocó a su ejército graves apuros en su intento de tomar la ciudad al general pompeyano Afranio, ya que el desbordamiento arrastró dos puentes provisionales que había ordenado construir.Las dos grandes riadas del siglo XX que afectaron a Lleida motivaron grandes operaciones y transformaciones urbanísticas. La de 1907 permitió la mejora urbana de los Camps Elisis, la renovación de La Banqueta y la construcción de un nuevo puente. En cuanto al desastre del 1982, fue una oportunidad para replantear definitivamente la relación de la ciudad con el río, experimentando su fachada fluvial un cambio radical en los últimos años.
La canalización del Segre, así como la ordenación de La Mitjana, la depuradora de aguas y los nuevos puentes, supusieron una inversión de más de 4.000 millones de pesetas de hace 30 años, lo que hoy serían 24 millones de euros.