El 'toque' femenino de Tremp

Las obras de restauración en la basílica de Valldeflors que prepara el ayuntamiento de Tremp han sacado a la luz la historia de Julia Bonales Espinosa, la campanera de la iglesia durante los seis primeros años de la década de los setenta del pasado siglo. Vivió en la torre junto a su marido y sus dos hijos y su principal cometido fue dar los toques diarios a las 8 de la mañana, a las 12 del mediodía para rezar el ángelus, a las 7 de la tarde para el rosario y a las 8 para llamar al último oficio nocturno. También se encargaba de anunciar los actos festivos, como las tres misas dominicales, las bodas o bautizos, la Festa Major, los funerales y, por supuesto, el fuego u otras emergencias.

Bonales nació en Madrid en 1932 y llegó al Pallars como niña refugiada durante la Guerra Civil. Al finalizar volvió a la capital española y, tras casarse, regresó al Jussà por motivos de salud. Además de tocar las campanas, también hacia trabajos de limpieza en el templo y la sacristía.

Tras su marcha, su trabajo recayó en las personas que ayudaban al párroco. Murió el pasado septiembre a los 90 años

Recuperar la vivienda de la campanera se enmarca en un proyecto para rehabilitar el campanario

Su hijo, Julio Bailac, explica que de los 8 a las 14 años habitó con su familia la vivienda de dos niveles en la torre, justo debajo del campanario. “Vivíamos en una casa de alquiler, pero nos ofrecieron esta posibilidad y nos mudamos para ahorrar. Tenía dos habitaciones, una pequeña cocina y un comedor. En otro nivel había otra habitación y un almacén. Lo peor era que el lavabo, con una taza turca, estaba abajo y había que bajar y subir siempre que había necesidad”, recuerda. No había mucha ventilación, tan solo un pequeño balcón, explica Bailac. Ahora el consistorio quiere recuperarlo para ofrecer vistas panorámicas de la población. “Cuando mi madre tenía que hacer tareas de la casa, me encargaba puntualmente de las campanas.

Todavía ahora me acuerdo del toque de difuntos que me enseñó”, rememora Bailac. En Tremp, era el hijo de la campanera. Su hermano mayor se marchó a estudiar fuera. “En el colegio me llamaban din don, pero no me importaba porque aquella fue toda una experiencia enriquecedora y especial. Fue como vivir en un castillo solo para mi”, recuerda. Además de tocar las campanas había que hacer otras tareas como evitar que la torre se llenara de excrementos de palomas y dar cuerda al reloj tres veces al día, “porque si no se paraba”.

“Viví en la torre entre los 8 y los 14 años. Nos mudamos a otro piso cuando mi madre debía rondar los 47 años”, explica Bailac.“La vida en el campanario nos ha dejado un montón de anécdotas, como el día que cayó un rayo y una chispa nos fundió la tele e hizo un agujero en la pared. Alguna vez me caí por las escalares, pero sin incidentes de importancia”, añade Bailac.

El ayuntamiento proyecta recuperar esta antigua casa para hacerla visitable junto con el resto del campanario. Esta actuación se enmarca en un proyecto para consolidar la torre y la fachada del templo por más de 204.000 euros. La principal intervención se centra en la reconstrucción de las escaleras de madera que dan acceso a la torre, muy degradadas e inseguras, por lo que el paso ha quedado restringido al personal del mantenimiento.

Además se rehabilitará la vivienda de Julia Bonales, bajo las escaleras de la torre, para abrirla al público. Un pequeño museo divulgará su historia. “Era muy conocida y querida en Tremp, en parte por su afición a hacer flores de tela y papel. Hoy todavía muchos vecinos y vecinas las llevan en la solapa”, señala su hijo.