PROFESIÓN PREVENCIÓN
Controlando las avalanchas
A pesar de que los accidentes por aludes no son extraños en la montaña, las estaciones de esquí velan para minimizar los peligros en sus pistas mediante distintos sistemas de control que permiten desencadenarlas a voluntad. Los pisteros son los encargados de manejarlos. Lo hacen a partir de datos recopilados por observadores y procesados por centros de análisis como el Centre de Lauegi, en la Val d’Aran, o el Institut Cartogràfic i Geològic de Catalunya (ICGC), que elaboran un informe diario y un mapa de riesgos.
En el caso de la estación de Espot, cuya orografía origina distintos puntos críticos de aludes, su equipo de pisteros usa explosivos cuando el manto nival es inestable. Para manejarlos necesitan permiso de armas y el carné de artillero. Suelen hacerlo cuando no hay esquiadores en su dominio y planifican su trabajo a partir de un Plan de Intervención de Avalanchas (PIDA), un protocolo que define los accesos a los lugares desde donde pueden llevar a cabo las explosiones que hacen de manera manual así como las vertientes donde pueden disparar lanzas explosivas con un cañón de tiro neumático Avalancheur, que funciona con gas comprimido y puede alcanzar los dos kilómetros de distancia.
Por sus características, Tavascan también dispone de un cañón de tiro neumático, pero otras estaciones usan sistemas distintos que se adaptan mejor a sus terrenos. Baqueira, por ejemplo, provoca aludes en zonas de difícil acceso mediante la llamada Daisy Bell, una campana que se opera con un helicóptero y que, en el punto preciso, dirige una explosión de hidrógeno, oxígeno y gas sobre la nieve. En cuanto a Boí Taüll, ha iniciado trámites para instalar el sistema Gazex en sus laderas, que permite llevar a cabo explosiones de gas activadas por control remoto a través de conductos subterráneos.