Sant Josep cumple un siglo y medio en el cual Mollerussa ha crecido de forma exponencial

La Fira de Sant Josep se creó en 1872 y fue el exponente de un creciente progreso que comenzó poco antes con la llegada del tren Zaragoza-Barcelona, cuya estación acogió Mollerussa, y el estreno del Canal d'Urgell, con sede también en la capital de la actual comarca del Pla d'Urgell. Son 150 años de avance local y agroindustrial.

Cincuenta y un vecinos de Mollerussa acudieron el 10 de marzo de 1872 a un pleno municipal para asistir (así se hizo constar en el acta) a la creación, tras votarlo por unanimidad los ediles, de un mercado semanal y dos ferias anuales en la localidad. Dos décadas antes, la población apenas alcanzaba el medio millar de habitantes, era a lo sumo un lugar de paso y se ubicaba en medio de un yermo que moría de sed.

Pero varios hechos propiciaron su progreso hasta convertir la localidad en motor económico de un territorio amplio, más allá de lo que hoy es la comarca del Pla d’Urgell. En 1854 se inauguró la estación de la línea de Ferrocarriles del Norte de Barcelona a Zaragoza. En 1862 llegaron las primeras aguas del Segre a través del Canal d’Urgell para regar unos cultivos hasta entonces más que precarios en el secarral llamado Clot del Dimoni.

Mollerussa albergaría la sede de la SA Canal de Urgel y del Sindicato de Riegos. Y en 1872, año de creación de la feria, el municipio ya contaba 1.600 vecinos y estaba preparado para despegar. Más tarde, en 1901 se estrenaría el carrilet de Mollerussa a Balaguer.En el año 1920 la población se había doblado, pero el boom se registró en la década de los 60, pocos años después de que industriales de la localidad pidieran al ayuntamiento disponer de un espacio expositor en Sant Josep.

Fue en 1950 y comenzó así la sustitución del ganado por el tractor. Hasta entonces, las calles de La Creu, la N-II y la plaza del ayuntamiento acogían la mayor parte de una gran muestra de mulas, bueyes, burros y vacas. Pero aquel año comenzó lo que se conocería como la Exposición Agrícola e Industrial.Actualmente, ciento cincuenta años después de la primera feria, la capital de la joven comarca del Pla d’Urgell (1988) tiene unos 14.730 vecinos censados (datos del INE a 1 de enero de 2022).

Y si la evolución de la población es un claro indicador del progreso de la ciudad, las cifras de la feria acompañan este avance: en 1960 había 47 firmas expositoras, en 1966 eran 125 y este 2023 Sant Josep cuenta con 253 expositores repartidos en 21.932 metros cuadrados de recinto ferial. La ubicación ha registrado también cambios: hasta los años 40 se concentraba en La Creu, N-II y Ajuntament, además de la calle Firal. Luego se trasladó a la avenida Generalitat (a pie de la estación de tren, donde llegaban riadas de gente para asistir a la muestra ganadera y luego agrícola), la calle Ferran Puig, la avenida Catalunya y la plaza Sant Jaume.

En 1968 se trasladó definitivamente a la avenida del Canal y en 1985 se utilizaron por primera vez los pabellones feriales para la ubicación de estands. El alcalde de Mollerussa, Marc Solsona, suele destacar que Sant Josep tiene la peculiaridad de ser la única feria profesional ubicada en una trama urbana

La población se disparó en los años 60, poco después de que industriales comenzaran a exponer

La feria agraria de Mollerussa ha sido siempre un reflejo de la situación del sector: si la cosecha va bien, Sant Josep funciona. El año, para el agricultor, comienza tradicionalmente en marzo en esta tierra.

La feria ha sido también un espejo de la sociedad. El fin de la dictadura implicó cambios. La Cámara de Comercio había capitaneado el certamen en los últimos años pero la llegada de la democracia lo acabaría dejando en manos del ayuntamiento y, especialmente, del Comité, una nueva institución que implicó (aún lo hace) a decenas de vecinos en la organización del certamen agrario.

“El comité era el alma”, una muestra de que “la Fira era de todos”, señala el exconseller Josep Grau, que fue alcalde de Mollerussa y presidente de Sant Josep. Lo relata en un libro del periodista Oriol Bosch que recoge el testimonio de una veintena de políticos y vecinos de la capital del Pla d’Urgell, implicados con la organización del certamen, para conmemorar el 150 aniversario de la feria agraria. Les veus d’una fira relata a través de estos personajes cómo ha evolucionado la Fira en el último medio siglo pero, sobre todo, pone evidencia lo que representa Sant Josep para Mollerussa y sus vecinos: todos pueden explicar una anécdota sobre la feria agraria porque su relación con el certamen comienza desde la niñez.