Emprender en el medio rural
Pueblos como Bellaguarda constatan que potenciar esta actividad frena la despoblación
A raíz de la pandemia, cada vez más jóvenes optan por emprender en zonas rurales. Ayuntamientos como el de Bellaguarda ven los beneficios de este fenómeno en su pueblo y tratan de potenciarlo.
Cada vez más jóvenes optan por emprender y vivir en el medio rural, atraídos por menos competencia y costes operativos y una mayor calidad de vida. A su vez, la dinamización económica se ha demostrado como una de las mejores herramientas para frenar el éxodo rural, por lo que los ayuntamientos tratan de potenciar este fenómeno al mismo tiempo que reclaman las mismas oportunidades y servicios que el medio urbano. Ejemplo de ello es Bellaguarda, en Les Garrigues, que lanzó hace poco una línea de ayudas para sufragar la cuota de autónomos de la Seguridad Social a jóvenes que inician su actividad. Su objetivo es paliar algunas de las adversidades que muchos de ellos afrontan, como son la dificultad para encontrar vivienda o un déficit en comunicaciones o servicios. En la misma línea, cada vez más pueblos apuestan por construir espacios de coworking con el fin de atraer profesionales de distintos sectores. Esto es posible, en parte, por la llegada de la telefonía móvil 5G, que alcanza ya al 80% de la población leridana, en la media de Catalunya.
Mireia Mañes, de Barcelona y que vive en La hace seis años, explica que “después de estudiar quise quedarme aquí y emprendí un negocio de moda sostenible enfocándome en la venta por internet”. “Estoy muy satisfecha, pues el Pirineo tiene muchas oportunidades y hace poco he podido abrir mi propio atelier en el centro histórico”, añade. Por su parte, Marta Roca, instalada en El Palau d’Anglesola y que abrió con su pareja una escuela de inglés en Mollerussa, afirma que “aquí no hay colas, todo está más cerca y la gente se ayuda entre ella aunque, por otro lado, es más complicado emprender al ser la gente más reacia a los cambios”.
Cabe recordar que Ponent, con 430.000 habitantes, concentra la mayor parte de la población en núcleos de menos de 5.000 vecinos, y que el envejecimiento de la población rural no da tregua, lo que obliga a las administraciones a desarrollar iniciativas para afianzar nuevos habitantes en estas zonas. En este sentido, Iris Borda, que se instaló hace tiempo en Maldà, en el Urgell, afirma que “el mayor reto al que me enfrenté al querer venir aquí fue el de encontrar vivienda, y lo curioso del caso es que muchos pueblos del Urgell tienen casas vacías”. Ante esta problemática, surgen iniciativas de masovería urbana y cooperativas de vivienda, tanto en el llano como en el Pirineo. Al mismo tiempo, municipios pequeños apuestan por superar los localismos y trabajar en red. Lo ven como la única forma de conseguir más servicios y volverse más atractivos, garantizando así la supervivencia de los pueblos. Un ejemplo de ello es la Comunitat de Municipis del Segrià Sec, que trata de impulsar proyectos turísticos, agrícolas y de patrimonio con el fin de mantener y atraer nuevos vecinos.