PATRIMONIO INDUSTRIAL
Treinta años del cierre de Inpacsa, que sumió a Balaguer en una crisis
La empresa llegó a tener 253 empleados y más de mil dependían de la industria
Hoy hace 30 años del cierre de la papelera Inpacsa de Balaguer, tras 35 años de actividad. Su clausura sumió a la capital de la Noguera en una profunda crisis económica que le ha costado superar. La firma dio trabajo a 253 familias, aunque más de mil personas dependían de ella, entre comercios y actividad industrial.
Más de cien camiones al día entraban con madera y salían cargados de papel y llegaban en tren hasta 15 vagones con madera de Galicia. La facturación llegó a ser de 15.000 millones de las antiguas pesetas y fue la primera en Europa en la fabricación de papel kraft, de color marrón y usado para embalajes. Así lo explica Ramon Regue, trabajador de mantenimiento del taller mecánico durante 24 años.
La papelera se fundó en 1955, impulsada por José Maria Porcioles, que fue alcalde de Barcelona y presidente de la Diputación de Lleida, y se puso en marcha en 1958. En 1976 amplió las instalaciones y pasó de producir 170 toneladas de papel al día a 250, lo que supuso un aumento de la plantilla. En 1984 el grupo KIO, con el empresario Javier de la Rosa al frente, hizo una inverión millonaria en la firma.
Un año después la familia fundadora Porcioles, remitió una carta a los empleados despidiéndose y comunicando su venta. En 1989 Smurfit tomó las riendas y pasó a llamarse Eppic. En mayo de 1993 llegaron las primeras cartas de despido, las movilizaciones y el cierre.
Fue un jarro de agua fría para los cientos de operarios que durante años disfrutaron de contratos privilegiados. Hoy solo queda una chimena de 82 metros de altura y 9 de diámetro en la base como recuerdo de la papelera.