ESNOTICIA
La sequía reduce proyectos de riego y fuerza la modernización
El esquí tendrá menos días de nieve y lo compensa fabricándola con cañones
El cambio climático es un hecho aceptado, prácticamente de forma unánime, y ha obligado a reformular actividades económicas como la agraria o la lúdica (navegación en los pantanos o el esquí, por ejemplo). La acuciante sequía de los últimos meses, que ha dejado el río Segre en emergencia durante más de 15 meses y amenaza ahora al Noguera Ribaborçana, ha disparado la “percepción del riesgo” por la escasez de precipitaciones, especialmente en Lleida, admite Miguel García Vera, jefe de la oficina de Planificación de la Confederación Hidrográfica del Ebro. Los estudios incluidos en el Plan Hidrológico del Ebro en vigor (2022-2027) sitúan en hasta un 10% la reducción de las precipitaciones en el horizonte 2100; la rebaja de la nieve en unos 30 días al año y la caída de la disponibilidad de agua (aportaciones o escorrentías) en más de un 20% para el mismo periodo.
Estas estimaciones ya han tenido efecto en la planificación hidrológica, que ha dejado fuera regadíos previstos en anteriores planes que no tienen garantías de agua y ha ajustado la previsión de otros ya iniciados, como el Segarra-Garrigues, a una proyección más realista. Para este periodo (2027) solo se contemplan 10.000 hectáreas nuevas. “Hay que ser prudentes y eficientes”, señala García Vera, que incide en que la CHE ha comenzado a revisar las concesiones de agua a todos los usuarios, incluso las más consolidadas.
La creciente escasez (se le suman aumento de temperaturas y más fenómenos extremos) ha obligado también a fijar por ley caudales ecológicos para todos los tramos de río y masas de agua, aún escasos para los ecologistas. Pero las consecuencias van más allá. Por ejemplo, señala García Vera, habrá una menor aportación de sedimentos, que pone en riesgo algunos ecosistemas, y no solo bajará la cantidad sino la calidad del agua.
En cuanto a la nieve, el cambio climático afecta especialmente al esquí, que trata de compensar su descenso con cañones de nieve artificial. Sin embargo, su funcionamiento requiere determinadas condiciones de frío que se dan cada vez menos. La previsión es que se reduzca el suelo esquiable
Apuesta por políticas que fijen a la población en zonas rurales aprovechando los recursos naturales
Sergio de Miguel, profesor del departamento de Ciencia e Ingeniería Forestal de la UdL, tiene claro que el cambio climático es irreversible -“nos lo comemos con patatas”, dice gráficamente- y que lo que debe hacerse es trabajar para mitigarlo.
En este sentido, afirma que una de las claves para ello “es la gestión forestal”. De Miguel indica que, además, los bosques sufren el impacto del cambio global en la relación de la sociedad con el medio natural, que ha comportado un abandono de la actividad tradicional y de la gestión forestal, y todo ello cuando el entorno del Mediterráneo “es la zona cero del cambio climático”. Señala que el aumento de la aridez hace que los árboles necesiten más agua en un momento en que hay menos precipitaciones, lo que comporta que los sistemas forestales estén comprometidos, se vea afectada la biodiversidad y la productividad en cuestiones como producción de madera, setas o la capacidad de absorción de CO2, que está relacionada con el tamaño de los árboles.
Ante ello, apuesta por la bioeconomía, a la que define como “el aprovechamiento sostenible de los recursos naturales”, como por ejemplo el uso de la biomasa como fuente de energía. Ve necesario intervenir en los bosques creando “mosaicos” para generar discontinuidades en la masa forestal e impulsar políticas para que “la población tenga una alternativa digna de vida en las zonas rurales”, y concluye que no gestionar los bosques y no revertir el abandono de parcelas es lo contrario de lo indicado para intentar mitigar los efectos del cambio climático. Maria Teresa Sebastià, profesora de Agrónomos de la UdL y experta sobre cambio climático destaca que “la comunidad científica lleva mucho tiempo haciendo los deberes sobre el cambio climático, analizando sus consecuencias, cómo mitigarlo, posibilidades de adaptación o buscando tecnologías para retirar los gases de efecto invernadero”.
Por eso, opina que es necesario “presionar a nuestros políticos y que estos presionen a los que de verdad mandan: los que tienen muchísimo dinero, que nos están llevando al desastre, tendríamos que cambiar nuestra manera de vivir. Estamos dando pasos, pero de forma muy lenta”. dice.
“Estamos viendo un episodio extremo que quizás sea un poco coyuntural, pero que nos sirve de lección de que esto y más es lo que tendremos en el futuro si no tomamos medidas para frenarlo”, dice.
Alertan que el precio de la energía se mantendrá elevado
La energía es otro de los ámbitos directamente afectados por el cambio climático y uno de los impacto que más incidencia está teniendo en la ciudadanía es el incremento de su precio. Luisa F.
Cabeza, ingeniera en energía y cambio climático y catedrática de la UdL, avisa de que no bajará. “La gente cree que el año próximo volveremos a estar como antes y no es así. Ya se está viendo que son unas consecuencias que, aunque cambiemos radicalmente nuestras condiciones de vida, es difícil de revertir los impactos.
Nos hemos de acostumbrar al precio de la energía y a sensaciones climáticas no tan agradables”, subraya. Argumenta que al hacer más calor, aumenta el uso del aire acondicionado “porque hoy nos da la sensación de que no podemos vivir sin él, y eso provoca que haya más picos de demanda de energía y, por tanto, su precio sube”. Añade que “también tiene un impacto en el precio de la energía el hecho de que los pantanos estén vacíos”.
“Las hidroeléctricas puede producir menos electricidad y se ha de recurrir a otras fuentes de energía y como lo más fácil es la fósil, se vuelve a quemar mucho, y sube el precio”, relata. Cabeza alerta de que las consecuencias del cambio climático “no tienen una reversión rápida”, pero recuerda que en los momentos más crudos de la pandemia de Covid hubo menos emisiones de CO2, la naturaleza revivió. “Demostró que la Tierra no está perdida y si somos capaces de cambiar, se podrían revertir parcialmente las consecuencias de años sin cuidarla.
Pero eso es un tema de todos y los gobiernos se lo deberían tomar más en serio e invertir”, afirma. Considera que “no tienen que hacer solo leyes y dar ayudas para que nosotros mejoremos las casas, sino también hacer construcciones adecuadas”. Destaca que cuando hay grandes tormentas se ha de gastar mucho en reparar destrozos que se habrían podido prevenir y subraya que generalmente los edificios públicos resultan más afectados que los privados.
“Vuela el techo de pabellones”, cita, y cree que “no se están haciendo bien los seguimientos de obras y las implantaciones de leyes”. “Los gobiernos han de dar ejemplo, ¿cómo me pueden decir que invierta en mi casa para tener emisiones cero, cuando no lo son la escuela o los hospitales?,” sentencia. La catedrática de la UdL experta en cambio climático Luisa F.
Cabeza, remarca que “a nivel de producción de energía el camino son las renovables, pero el gran problema es no puedo almacenar el sol o el viento”. “Se ha de producir electricidad en el momento en el que se tiene ese recurso. Por esto estamos estudiando formas de almacenar la energía una vez se ha producido”, señala.
Afirma que “en las baterías para almacenar electricidad aún queda mucho por hacer y por eso buscamos formas de almacenar el calor y el frío, que es más fácil”. Recuerda que en la UdL están trabajando en ello “desde hace años y algunos de nuestros conocimientos ya están en tecnologías en el mercado. “El almacenaje de energía es absolutamente necesario para lograr que las renovables tengan un papel más importante”, sentencia.