CULTURA ECONOMÍA
El valle de Àssua mantiene viva la elección de ovejas con gancho
Más de 7.000 ovejas de una veintena de ganaderos han bajado de la montaña de Llessui y Seurí
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Más de 7.500 ovejas han pasado el verano en las montañas del valle de Àssua con tres rebaños; de Llessui, Seurí y Caregue. En Llessui escogieron el rebaño de casi 4.500 ovejas este sábado. Una docena de ganaderos separaron los animales con la ayuda de una manguera y la marca que cada animal lleva en la espalda. En Seurí lo hicieron el lunes donde se separaron unas 3.000 ovejas de ocho ganaderos con gancho. Los ganaderos encierran todas las ovejas dentro de un aprisco y con el gancho las cogen y separan en función de la marca que llevan en la espalda. Cada marca corresponde a una explotación ganadera. Se trata de un trabajo muy manual que hace décadas que se rehalizan de la misma manera.
Los rebaños suben a la montaña al principio de julio y bajan a finales de septiembre, antes de que venga el frío y empiecen a criar en la montaña. Este año el tiempo ha sido bueno según los ganaderos. Llovió en el momento oportuno para que pudiera cercer hierba en la montaña y las ovejas no pasaran hambre.
Todos los pastores suben los rebaños el mismo día y los entregan a un único pastor que los guarda durante tres meses. Igualmente, todos los pastores hacen bajar las ovejas el mismo día unidas en un único rebaño, que habrá que volver a separar. Desde hace treinta años se hace la elección en Llessui en un lugar conocido como el 'triador', un pasillo de madera con diferentes puertas que llevan a un corral. Tantos corrales como rebaños. Cada pastor abre su puerta cuando una de sus ovejas, que conoce por la marca que lleva en la espalda, pasa por el pasillo. Es de esta manera como cada rebaño queda escogido.
Unos días antes de subir a la montaña, con las ovejas ya esquiladas, cada pastor pone una señal a sus animales con la marca de su explotación en la espalda. Así, a la hora de escoger las ovejas, cada propietario identifica rápidamente las de su rebaño.
Los ganaderos que llevan las ovejas a la montaña de Seurí las escogen manualmente. Las van cogiendo una en una en función de la marca de la espalda.
Una vez separadas las ovejas de cada pastor en cada aprisco o corral, llega la hora de contarlas para comprobar que están todas y no se ha perdido ninguna. De una en una los pastores las hacen volver a salir y las van numerando y cuando están todas fuera llega el momento de deshacer el camino que hicieron en junio para volver a casa.