FRAGA
Cuando había puerto en el río Cinca en Fraga
Las imágenes del histórico vuelo fotográfico de la CHE en 1927 muestran la expansión de la ciudad por la margen derecha del río
El crecimiento urbanístico ha comido terreno al cauce
Resulta evidente cómo parte del actual casco urbano de Fraga, concretamente el que se extiende por la margen derecha del Cinca, ha ocupado, además del área central de la antigua huerta, entre un tercio y la mitad del espacio que el río ocupaba hace un siglo.
El desarrollo de la capital del Baix Cinca puede apreciarse con claridad al comparar el actual contorno urbanístico con las imágenes del histórico vuelo fotográfico realizado en 1927 por personal de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) sobre el cauce principal y parte de algunos de sus afluentes, entre ellos el Cinca, disponible desde hace unos días en el IGN (Instituto Geográfico Nacional).Entre esas dos fotografías no solo ha cambiado la morfología de la ciudad, que ha crecido hacia el sur y el oeste para duplicar con creces su población de los 7.497 vecinos de 1920 a los 15.373 de 2023, sino también la del río, en este caso en toda su cuenca a partir de la construcción de los embalses de Mediano y El Grado en los años 60, y con ellos y con los del Ebro, Mequinensa y Ribarroja, algunas de las actividades como el tráfico fluvial de mercancías a través de ‘llaüts’, ‘nabatas’ y ‘navaes’.
Cuando fue tomada la primera imagen, la denominación del barrio de las Atarazanas, sitiado en el extremo norte del casco urbano, todavía tenía un significado plausible con el embarcadero y la pequeña industria de fabricación de naves fluviales de la que hoy no queda prácticamente ni el recuerdo.El otro elemento característico de la imagen de hace un siglo es el Pont de Ferro, la estructura de cemento que, sobre cuatro pilastras dobles y flanqueado por una estructura metálica, comunicaba unos cientos de metros aguas abajo de las Atarazanas el casco urbano con la huerta, entonces prácticamente despoblada.
El Pont de Ferro, destrozado por los bombardeos durante la Guerra Civil, en pleno avance de las tropas franquistas hacia Catalunya, tenía en su extremo oriental, al pie del muro que limitaba la ciudad, otro de los parajes característicos de esta: la escalinata que llevaba a Lo Cumplidor, una pequeña plataforma en la que llenaban sus cántaros para abastecer a sus hogares las mujeres, cuyo trasiego acabó dando lugar a la estampa de la Dona de Faldetes.