Gestionar la escasez
El cambio climático es un hecho innegable. Catalunya es ahora más calida y árida que el siglo pasado. La temperatura media ha subido un grado respecto a 1960 y las lluvias o no llegan en tres años o son torrenciales
La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) alerta en su previsión para el siglo XXII que habrá un 20% menos de agua disponible en la cuenca. El cambio climático sigue agravándose y lo demuestran periodos de sequía como el que Lleida ha experimentado en los últimos tres años y que esta primavera ha comenzado a remitir. Sin embargo, las consecuencias se mantienen y solo hace falta pasearse por el congosto de Mont-rebei para verlas. Además, a épocas con precipitaciones mínimas les suceden momentos de lluvias torrenciales que provocan inundaciones y desprendimientos.
Esta situación ya provoca repercusiones tanto en el medio natural y la agricultura como en el turismo y la industria. Por lo que respecta al sector primario, fuerza a la modernización de comunidades como el Canal d’Urgell que continúan regando a manta como a finales del siglo XIX. En 2023 se vio obligado a cerrar las compuertas del principal al inicio de la campaña por falta de recursos en un agónico proceso para evitar la muerte de los frutales en detrimento del cereal. Este año se ha visto obligado a adoptar un sistema de racionalización de agua mediante hidros (un hidro es un turno de riego) que no convence a todos los regantes. En el reverso de la moneda el Segarra-Garrigues, un regadío tecnificado que también se suminstra del Segre, está en expansión y precisa mucha menos agua, también padece las consecuencias de la distribución de recursos. Otros sistemas de riego como los históricos Pinyana y Aragón y Catalunya, o los presurizados como el Algerri-Balaguer, Segrià Sud o el Garrigues Sud, hace tiempo que abordaron procesos para regar con menos agua, así como la instalación de placas solares en sus estaciones de bombeo para ahorrar en la factura de la luz.
La sequía también está obligando a adoptar cambios en los cultivos tanto en las variedades de cereal y forrajes como en los frutales. Los payeses han optado por clases que precisan menos agua y optan por la cebada o el trigo en vez del maíz y en lo que respecta a la fruta priman reducir hectáreas e introducir nuevas variedades como el kiwi o el pistacho en fruta seca.La falta de agua también ha llevado a la CHE a plantear un estudio de las concesiones históricas ya concedidas en el siglo pasado en la elaboración del nuevo Plan Hidrológico de cuenca a partir del 2027. Este plan también contemplará la armoniación de un río tan caudaloso como el Pallaresa, centrado en la explotación hidráulica, o la ampliación de riegos como el Segrià Sud. La falta de compensaciones a los agricultores que no pudieron producir cereal el año pasado, entre otros muchos factores como el exceso de burocracia para tener ayudas, ahoga al campo, que en febrero protagonizó la Revolta pagesa.
Más de 1.500 millones en el Canal d’Urgell
Modernizar el Canal d’Urgell costará 1.500 millones. El Estado ha dado el primer paso para iniciar este año tres grandes balsas, sistemas de automatización y revestimientos. Sin embargo, el grueso de la intervención que negocia la Casa Canal con la Generalitat está pendiente del acuerdo para establecer la parte que aportarán los regantes, muchos de ellos reacios a pagar ya que consideran que con la construcción de la infraestructura esta deuda está saldada.
Lluvias puntuales de primavera para los embalses
Las lluvias de primavera han permitido aumentar las reservas de los embalses y acumular nieve en las montañas de cara a llenar los embalses y afrontar los riegos de verano. En el canal de Aragón y Catalunya se calcula que no habrá demanda hasta dentro de unos días al igual que Pinyana, que sirve para granjas e industrias. El Canal d’Urgell también ha reducido las dotaciones del Principal y el Auxiliar para llenar Oliana y Rialb.