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ENERGÍA

Una revolución a cámara lenta

La legislatura acaba con cientos de proyectos de energías renovables, de los cuales muy pocos han llegado a materializarse, y sin la planificación que debía ordenar estas instalaciones para calmar las protestas del territorio.

Castelldans té l’extensió més gran de panells solars construïda fins ara a Lleida.

Castelldans tiene la mayor extensión de paneles solares construida hasta ahora en Lleida.

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Las transición hacia las energías renovables avanza a cámara lenta en Lleida. De las cien centrales solares previstas desde hace años solo seis de pequeño tamaño se han construido, y solo un parque eólico se ha estrenado en esta legislatura: el de Solans, autorizado hace una década. El alud de proyectos se atasca en las oficinas de la Generalitat y el Estado, donde los procesos de autorización llegan a dilatarse durante años. Como consecuencia de ello, al menos 11 de estas instalaciones han perdido la conexión a la red eléctrica que tenían asignada, al incumplir el plazo de 4 años para obtener licencia ambiental.

La Generalitat es la responsable de autorizar la gran mayoría de centrales de energías renovables previstas en Lleida. Solo unas pocas que superan los 50 MW de potencia son competencia del Estado. En el último año, la administración catalana ha acelerado la concesión de permisos: los ha otorgado a 54 plantas solares y 4 eólicas. Sin embargo, muy pocas de ellas se pueden construir, ya que sus permisos están condicionados a un visto bueno de la comisión de Urbanismo que aún no tienen.El auge de las energías limpias ha ido acompañado de proyectos para nuevas líneas de alta y muy alta tensión para evacuar la energía que generarán paneles solares y molinos de viento. Algunas de ellas han chocado con oposición vecinal y ecologista, en especial las que impulsa el grupo Forestalia para transportar hasta Barcelona energía generada en Aragón. Su autorización corresponde al Estado al atravesar terrenos de dos comunidades autónomas.Molinos que pueden superar los 200 metros de altura y centrales con decenas de hectáreas de paneles solares provocan protestas en los territorios que concentran estos proyectos, en especial la Segarra, el Pallars, Les Garrigues y el Segrià. La legislatura termina sin la planificación que la Generalitat anunció hace tres años para asegurar una distribución equilibrada de este tipo de instalaciones en el conjunto de Lleida y el resto del territorio catalán.

“Exigimos que nos autoricen centrales de energías renovables”, afirma el alcalde de Castelldans, Conrad Llovera. “Tenemos un término municipal de 6.500 hectáreas, podemos destinar unas 200 o 300 a este fin y obtener ingresos para prestar servicios públicos y evitar la despoblación”, argumenta. El municipio es ahora escenario de tres proyectos y Llovera cree que hay espacio para más, aunque puntualiza que los promotores “deben acordar la ubicación con el ayuntamiento”.

«Hay grandes costes y cargas que se verán en el futuro»

“Las renovables implican importantes costes y cargas que se harán patentes en unos años para los propietarios que alquilan terrenos para instalarlas”, advierte Adrià Drago, vecino de l’Horta de Lleida y portavoz de la plataforma contra líneas de muy alta tensión en este territorio. Señala el alto coste de desmantelar centrales al finalizar su vida útil y critica que se instalen en suelo agrario fértil en lugar de espacios degradados y la ausencia de planificación que establezca dónde ubicarlas.

Seis pequeñas centrales solares y un parque eólico

Media docena de pequeñas centrales solares y una eólica se han construido en Lleida a lo largo de la última legislatura. Suponen una pequeña fracción de las proyectadas en las comarcas leridanas, y más aún si tenemos en cuenta que los nuevos molinos en La Granadella y Llardecans son los de un parque autorizado hace una década, el de Solans. Frente a las escasas instalaciones nuevas dedicadas a producir energía para venderla, han proliferado con rapidez las destinadas a auttoconsumo: se han puesto en marcha en Lleida más de 8.600. La mayoría son para uso individual, pero se abren paso las compartidas mientras empiezan a ponerse en marcha comunidades para producir y compartir energía.

«Exigimos que nos autoricen plantas de energías renovables»

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