Lleida
Por qué aumentan los avistamientos de plantígrados en el Pirineo
Los avistamientos de osos cerca de zonas pobladas y en áreas de pastoreo aumentan en dos épocas del año, de final de marzo a comienzos de junio y en el tramo final del otoño, por causas distintas. En la primera coinciden la fase de celo de abril y mayo, en la que los machos pueden recorrer decenas de kilómetros en un solo día en busca de hembras para copular, con la necesidad de proteína posterior a la hibernación, en la que campan por las zonas medias y bajas de los valles en busca de plantas verdes (gramíneas con el trigo y la cebada y leguminosas como la alfalfa y las legumbres, básicamente) y de yemas, hojas y cortezas de árboles, sin descartar la carroña, el ataque a alguna cría de animales, con cierta frecuencia silvestres y rara vez domésticos, o la búsqueda de larvas en colmenas.
“El oso es un oportunista trófico, come lo que va encontrando”, explica Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo y experto en los ciclos de este animal. “Es el momento del año de mayor movilidad de los ejemplares adultos y de los jóvenes, y eso significa que hay más opciones de encontrarse con uno de ellos”, anota. Se han documentado itinerarios de machos adultos que en esta fase del año abarcan la Alta Ribagorça, los Pallars, Aran y bosques del sur de Francia. Esa probabilidad también aumenta con el crecimiento de la población, que en el Pirineo ya alcanza los 84 ejemplares, 37 de ellos masculinos. De junio a agosto, la posibilidad de encontrarse con un ejemplar crece en zonas con fruta, y en otoño donde pueda haber manzana y frutos secos, ya que buscan grasa para invernar y críar.
Los avistamientos que se están produciendo cerca de cascos urbanos corresponden a machos jóvenes y a hembras (más sedentarias) que buscan comida con sus crías. “No es extraño que haya avistamientos a 200 metros de un pueblo en zonas con presencia del oso. A lo que hay que estar atentos es a que no se acostumbren a buscar alimentos en los huertos y en los contenedores. La coexistencia pacífica se basa en que no se habitúen a ir allí a por comida”, añade Palomero.