Así han cambiado los pantanos de Lleida en un año: de tocar fondo a triplicar capacidad de agua
Repasamos como han cambiado en sólo un año los pantanos de la provincia de Lleida, que han pasado en algunos casos de pantanos al 7% de capacidad a alcanzar más del 50%. O de otros que tienen que desembalsar al no poder contener más agua
La sequía en las comarcas de Lleida no sólo ha tenido repercusiones económicas, sino también sociales y ambientales. Los agricultores han sufrido pérdidas significativas, afectando a la economía local, y ha afectado paralelamente a las empresas turísticas de la zona. Además, la flora y la fauna de la región han estado bajo presión, con muchos ecosistemas que han visto reducida su biodiversidad. Y si sufre el ecosistema vegetal, lo hacen a su vez los sistemas de emergencia, que llegaron al punto de no poder coger agua de los pantanos para apagar incendios porque, directamente, no había.
Una cronología de la sequía
2021: las primeras señales. El año 2021 empezó con niveles de precipitación por debajo de la media, especialmente a la primavera y el verano. Los embalses empezaron a mostrar una disminución notable de los niveles de agua, poniendo en alerta los agricultores y las autoridades locales. Aquel 2021 los pantanos se vaciaron como siempre, pero no se llenaban con la rapidez con que estábamos acostumbrados. Los motivos eran, principalmente la falta de lluvia y de nieve. También se podría hablar de gestión menos eficiente del agua o de producción eléctrica. Así lo explicamos aquel 2021 👇
2022: El año crítico. El 2022 fue un año especialmente difícil. Las precipitaciones fueron escasas durante todo el año en toda Cataluña, y especialmente en Lleida, con un invierno me siento seguido de una primavera y un verano extremadamente calurosos. Los cultivos, especialmente los fruteros y los cereales, sufrieron graves daños por falta de agua. Los ganaderos también vieron reducida la disponibilidad de pastos, aumentando los costes de mantenimiento de los animales. Mientras tanto, en Rialb las avionetas no podían ni coger agua para apagar incendios. Y el río Segre entraba en fase de emergencia. SEGRE lo explicaba así 👇
Comarcas
El río Segre registra la aportación más baja de caudales en veinticinco años por la sequía
Helena Culleré
2023: Medidas de emergencia. Ante la persistencia de la sequía, en el 2023 se implementaron varias medidas de emergencia. Las restricciones en el uso del agua se hicieron más estrictas, afectando tanto al uso doméstico como agrícola. Se promovieron campañas para concienciar sobre el ahorro de agua y se hicieron inversiones en infraestructuras para mejorar la eficiencia en el uso de agua, como la modernización de los sistemas de regadío. Una de las medidas de emergencia más impactantes fue el cierre de ramales del Canal de Urgell, que tuvieron que cerrar el grifo del riego.
2024: Adaptación y resiliencia. Al inicio del 2024, las perspectivas no eran optimistas, con predicciones de continuidad de la sequía. Aun así, la adaptación de todos los agentes a la nueva realidad, junto con medidas de ahorro y un control más exigente del agua, han hecho que, con un año 2024 mucho más lluvioso, los pantanos hayan cambiado la cara.
El agua en los pantanos de Lleida el cambio en un año
Si damos un repaso al estado de los pantanos de hace un año y ahora, cuando estaban bajo mínimos, es sorprendente como, con medidas de ahorro y un control más receloso del agua, han cambiado la cara.
Empezamos por el lado más oriental, en la cuenca del Segre. Hace un año, en junio del 2023, Rialb y Oliana a duras penas llegaban al 20% de su capacidad. Oliana estaba al 70%, pero Rialb sólo al 10% (llegó al 7%), con 40 hectómetros cúbicos. Antes habían tocado fondo con sólo 56 hectómetros, que equivalía al 11% de su capacidad total. Hoy, un año después, en junio del 2024, Oliana se encuentra al 91% y Rialb al 56%. En total la cuenca guarda 300 hectómetros de agua, el 62%. Es decir, la cuenca ha triplicado su reserva de agua en un solo año.
La cuenca de la Noguera Pallaresa. Un caso similar, aunque menos grave. La cuenca del Pallaresa ha ganado 1/3 de capacidad en un año. Camarasa era el pantano que más vacío estaba hace un año, cuando justo superaba el 50% de su capacidad. Hoy está al 90%, mientras Sant Antoni se encuentra al 99% de su capacidad y desembalsando agua –hace un año estaba al 70%. En total, la cuenca del Noguera Pallaresa guarda hoy 400 hectómetros cúbicos, el 95% de su capacidad total, mientras hace un año estaba con 280 y el 70%.
La cuenca de la Noguera Ribagorçana casi ha duplicado capacidad. Aunque el emblemático pantano de Canelles, con Mont-rebei y Finestres como grandes atractivos turísticos, sigue bajo, ha duplicado su capacidad. Hace un año estaba en el 15% y sólo 100 hectómetros, hoy está en el 33% y 221 hectómetros. Por su parte Escales ha pasado del 30% al 92% actual, y Santa Anna del 66% de hace un año al 85% actual. En total esta cuenca ha pasado del 28% de hace un año al 52% actual. 300 hectómetros cúbicos contra los 560 actuales.
Y finalmente, más abajo, el pantano de Mequinenza, que en junio del año pasado estaba al 50% con 700 hectómetros de agua guardada, y hoy se encuentra al 87% con 1.200 hectómetros cúbicos de agua.
Los pantanos de Lleida, en total suman hoy 2.500 hectómetros cúbicos de agua total, el 73% del total de su capacidad. En junio del 2023 estaba casi a la mitad: con 1.400 hectómetros y al 41% de capacidad.