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La autopista AP-2, de las cabinas de peaje a señales láser en días de niebla
El tramo leridano de la AP-2 se inauguró el 5 de julio de 1976. Ese día se alzaron por primera vez las barreras de peajes que se mantendrían durante las siguientes cuatro décadas. Su supresión el 1 de septiembre de 2021 ha supuesto desde entonces un importante trasvase del tráfico de la N-240 a la autopista, pero también ha comportado cambios en el paisaje.
En primer lugar, la demolición de los puestos de peaje y la construcción, en el caso de Lleida, de una gran glorieta en su lugar para reordenar el tráfico.
En segundo lugar, la incorporación de medidas hasta ahora inéditas para mejorar la seguridad en el tramo comprendido entre Castelldans y Les Borges Blanques, donde la visibilidad llega a caer por debajo de los 50 metros en días de niebla densa.
Cuando esto sucede, nuevos pórticos con señales luminosas advierten del cierre de carriles. Balizas láser facilitan seguir el trazado de la carretera en dirección a Tarragona mientras que, en la calzada hacia Lleida, sistemas de detección de movimiento advierten con luces rojas sobre la proximidad de otros vehículos.
La transformación de la AP-2 ha sido considerable, pero no termina aquí. Deberá seguir en los próximos años con la construcción de nuevos accesos en Castelldans y entre Tarrés y Vimbodí. Entre tanto, persiste la incógnita sobre si regresarán los peajes en el futuro y qué forma adoptarán esta vez.