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La CHE estudia limitar el vaciado de Mequinensa para salvar a su fauna

Analiza los niveles críticos de la cota de agua del pantano para evitar daños en etapas de sequía

Una batimetria efectuada el 2023 va revelar que el fang ha ocupat més del 10% del vas del pantà.

Una batimetría efectuada en 2023 reveló que el barro ha ocupado más del 10% del vaso del pantano. - ACN

Lleida

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La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) estudia, tras el episodio crítico de sequía de hace un año, cuál es el nivel máximo de vaciado tolerable en los embalses de Mequinensa y Ribarroja para garantizar la supervivencia de su fauna: “hubo un momento en el que se preveía la posibilidad de un vaciado que dejase pequeños lagos aislados en los que se produjesen mortandades de peces”, reseña en su Informe de la sequía 2023.

Los primeros estudios del organismo de cuenca, elaborados ante el riesgo de que la escasez de agua en el curso bajo del Ebro pudiera requerir un mayor el desembalse, sitúan el umbral de alerta en la cota de 101,4 metros sobre el nivel del mar.

Eso reduce en más de once metros de altura la lámina de agua que puede turbinar la central y en 419,8 hm3 el volumen que no podría salir del embalse, lo que equivale a casi un tercio de la capacidad real del pantano, reducida a 1.373 hm3 tras constatar una batimetría que el barro se ha comido más de una décima parte (161 hm3) del vaso, teóricamente de 1.534 hm3.

Los estudios iniciales señalan otros dos umbrales críticos: uno en la cota 91,9 para el periodo de julio a octubre, en el que quedarían embalsados un mínimo de 201,9 hm3, y otro en la 88,1 que retendría hasta 145,5 hm3.

El nivel de alerta “determina el nivel de inicio de presión aumentada” sobre la fauna piscícola, mientras que si se llega a alcanzar el umbral crítico “el riesgo de colapso es muy alto”, indica el documento.

El umbral de alerta de Ribarroja se sitúa en la cota 64,8, lo que inmoviliza prácticamente la mitad de la capacidad (96,2 hm3 de 210), y los críticos en la 54,1 (20,1) y 52,3 (13,1).Esos niveles se encuentran en revisión, anota el informe, que considera “interesante” revisar las normas sobre los caudales ecológicos “para definir un caudal de crisis” cuando se prevea que las reservas de los embalses no pueden garantizar los vigentes. 

“En esos casos, antes de vaciar los embalses y dejar los ríos secos”, plantean, podría aplicarse “un nuevo concepto como caudal ecológico de crisis o de situaciones extremas” y que “la normativa actual no permite aplicar”.

Los propios técnicos de la CHE proponen desarrollar nuevos estudios para adecuar esos umbrales al volumen de biomasa supone la fauna piscícola de esos embalses, algo que no se mide desde 2008 y que “constituye la base del método”.En aquella época, añade el documento, las técnicas prospectivas “no eran eficientes en el muestreo de las especies de gran talla, como la carpa y el siluro”, a lo que se suma la posibilidad de que “factores como la oscilación del nivel del agua, la estabilidad del grado trófico y el control de los depredadores (...) hayan impuesto un techo al crecimiento de las poblaciones”.

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