El despliegue de las nuevas autovías desde Lleida y el difícil avance de la A-14
La A-2 dejó de ser la única autovía que pasaba por Lleida con la apertura en el 2009 del primer tramo de la A-22 entre la capital del Segrià y Almacelles. El siguiente, hasta el límite provincial con Huesca, se estrenó en el 2012, el mismo año en que abrieron al tráfico los primeros diez kilómetros de la A-14 entre Rosselló y Almenar.
Les obras de la A-22 consiguieron esquivar en buena medida la parálisis de las obras públicas que llegó con la crisis económica a partir del 2009. Gran parte de su trazado en Lleida y Huesca estaba entonces en obras hasta Siétamo y hoy día sólo quedan pendientes los 12 kilómetros finales hasta Huesca.
En cambio, la A-14, que tenía que llegar hasta la Val d'Aran, corrió muy diferente. La construcción quedó paralizada cuando sólo se había construido el trazado entre Rosselló y Almenar. Durante años, sus calzadas acababan con vallas a los dos extremos y, más allá, sólo había fincas de cultivos. Eso le valió el sobrenombre de autovía a ninguna parte hasta que, el año 2017, finalmente se estrenó el tramo hasta la capital del Segrià. Actualmente, el proyecto de prolongarla hasta Arán está descartado por su alto coste e impacto ambiental y sólo se prevé alargarla hasta el límite provincial con Huesca. A partir de allí, se plantea un carril central para adelantar en la N-230 hasta Sopeira.