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Así sobrevivió 40 años en Australia el pallarés de antes de la emigración

Una vecina de Estaon conservó en una 'burbuja' a más de 17.000 km el léxico que se usaba en la comarca en los años 70

Carmen Esplandiu lo recupera en 'La radera generació pagesa'

Carmen Esplandiu en un dels carrers d’Estaon, on ha tornat a residir des de fa uns anys.

Carmen Esplandiu en una de las calles de Estaon, donde ha vuelto a residir desde hace unos años.

Lleida

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“Llevaba el pallarés congelado en mi corazón”, explica Carmen Esplandiu, originaria de Estaon (Vall de Cardós) y protagonista de un curioso, o quizá no tanto, episodio de conservación del patrimonio cultural: acaba de devolver al Sobirà su vocabulario de uso común a mediados de los años 70, cuando el éxodo hacia la ciudad comenzaba a vaciar el Pirineo, tras conservarlo en una burbuja las cuatro décadas que ha vivido en Sidney (Australia).

Al volver, recuerda, “había gente que no conocía las palabras. Algunos, los más mayores, sí. Pero les costaba”. Era cuando en los campos del Pallars los pájaros se ahuyentaban con papurrots, se tejían paners con vellaner (madera de avellano) y el agua del río caía en pixals.Ese vocabulario lo conservó en las cuatro décadas que, entre 1975 y 2015, con alguna visita esporádica y antes de afincarse en 2019, residió en Sidney, a donde llegó con 21 años. Ahora lo ha recuperado en La radera generació pagesa, un libro editado por Garsineu Edicions, de Tremp, que incluye un glosario con varios centenares de términos de uso habitual en el Pallars en los años 70 que, poco a poco, se han ido perdiendo.“La lengua es dinámica, incorpora palabras, pero en mi caso quedó congelada tal y como la había conocido”, recuerda, mientras apunta cómo “una de las razones por las que se fue perdiendo fue que la gente que se fue a la ciudad, sobre todo a Barcelona, comenzó a hablar como allí para no ser diferente”.El libro, “escrito con mi catalán del Pallars”, anota, “es también un homenaje a mis padres, que vivían aquí. Era muy duro, era una vida de subsistencia”, anota. La carretera no llegó a Estaon hasta los 70, una fecha, en cualquier caso, anterior a la de la llegada del agua corriente a sus casas.¿Cómo llegó a Australia? “Me enamoré de un australiano. Ir a Australia entonces como ir a la luna. De hecho, al principìo creía que íbamos a Austria pero conforme íbamos volando ví que era otro mapa”, bromea. Allí llegarían la integración, el aprendizaje del inglés, un hijo en 1976 y una hija en 1979, un empleo de maestra, un negocio de ropa con seda que pintaba a mano, otro en un astillero, los estudios de Bellas Artes con más de 45 años, el trabajo en el archivo y las clases de idiomas para los refugiados de las guerras de Vietnam y de Indonesia que llegaban en cayucos. “Quería ayudar”, dice. “Ahora tenemos la oportunidad de pasar unos años en el Pirineo. No sabemos cuántos”, añade.

Un episodio de saturnismo relacionado con el estraperlo

La radera generació pagesa, el libro en el que Carmen Esplandiu recoge sus vivencias, aporta luz a un episodio ocurrido en 1952, antes de su nacimiento, y que causó dos muertes y varias enfermedades graves en el pueblo. “Los que enfermaban tenían una raya negra en los dientes, bajo la encía”, recuerda. Ese es uno de los síntomas característicos del saturnismo o intoxicación por plomo. ¿Cómo se produjo ese envenenamiento? Se debió, según apunta tras una investigación desarrollada en fuentes hospitalarias y médicas, a una rotura en la muela del molino con el que se elaboraba la harina para el pan en el valle, que fue reparada con plomo. “Era la posguerra, y los molinos estaban precintados” para evitar el estraperlo, recuerda. “Se molía de noche y los sacos se guardaban en el cementerio o en el campanario”, anota. “Se les rompió y tuvieron la responsabilidad de repararlo. No lo habrían hecho de haberlo sabido”, añade.

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