COMARCAS
Dos fugitivos en Ribera de Cardós
Dos hermanos jubilados derriban los muros de silencio de los años 30 para recuperar la historia de su familia. Rescatan la peripecia de dos hermanos, uno cura y otro anarquista, en la guerra
“Sabíamos algo, pero en casa no se hablaba; había silencio”, explica Cinto Sarroca, quien con su hermano Esteve lleva cuatro años derribando los muros que, un siglo después, siguen oscureciendo la historia de los años 20 y 30. “Hemos investigado lo que hemos podido, y seguimos haciéndolo”, anota.
Su trabajo se recoge en Casa Ascolà de Ribera de Cardòs. Memòria històrica y sentimental, un libro de Garsineu firmado por Cinto, de 80 años, que narra la historia de la familia. “La escribimos para nosotros, para la familia, pero nos animaron a publicarla”, recuerda.El volumen tiene particularidades, como exponer la primera parte en pallarés cardosenc y recuperar en la segunda, en catalán normativo, la figura de Joan Vidal Ninou, un tío abuelo suyo que a comienzos del siglo pasado fue, voluntaria a involuntariamente, uno de los primeros insumisos del Pirineo. “Era el menor de cinco hermanos y su padre murió cuando tenía 17 años. Pensaría: ¿y yo que voy a hacer aquí? Y se fue a Francia”, señala. “Estuvo en la Legión Francesa en la primera guerra mundial, pero no nos dan la documentación”.Inició un periplo por Francia, Alemania y Bélgica, donde trabajó como mecánico y abrazó el anarquismo. Declarado prófugo, el viaje incluyó un regreso en 1926 para hacer la mili en la Legión.“Estaba en Barcelona en julio del 36”, recuerda Cinto.Ahí empieza otro periplo que pasa por los frentes de Aragón y Madrid con la Columna Durruti y por el hospital de Lleida, donde ingresa herido, antes de volver a Huesca en la primavera de 1937 con la Centuria malatesta, conocida como el Batallón de la Muerte y del que fue capitán por elección popular. Participó en el asedio de Huesca en las mismas fechas que George Orwell.Al acabar la guerra volvió a Ribera de Cardós, donde fue detenido. Murió en 1943 en Salt, donde realizaba trabajos forzados. La Generalitat y el ayuntamiento ubican sus restos en una fosa del cementerio municipal.La última visita a Casa Ascolà de su hermano cura, Miquel, acabó mejor. A comienzos de la guerra, la familia logró mantenerlo oculto antes de ayudarle a pasar a Francia. Poco después, presionados por el dominio libertario de la zona, “se fueron todos a Beziers”.La de los dos fugitivos es otra historia de esa época, con más gris que blancos y negros, que llevaba 80 años oculta. “Muchas segundas generaciones optaron por no preguntar porque veían a los padres traumatizados e incómodos”, escribe Cinto.