La construcción de Rialb y la canalización del Segre puso freno a las riadas mortales
El Urgell también toma medidas para vigilar el Sió y el Ondara
Entre el 7 y el 8 de noviembre de 1982 el Segre y sus afluentes arrasaron con todo lo que hallaron a su paso desde el Pirineo al Aiguabarreig con el Cinca. La riada se cobró una veintena de vidas y provocó pérdidas de más de 270 millones de euros en un centenar de poblaciones. Las fuertes lluvias en el Pirineo llegaron a registros de hasta 323 litros por metro cuadrado en 72 horas en Capdella que desbordaron el Segre, convirtió Balaguer en un mar de lodo y el agua superó el metro de altura en la zona baja de Lleida. Este desastre puso de manifiesto la necesidad de regular el Segre aguas abajo de Oliana, ya que este pantano, con tan solo una capacidad de 84,3 hectómetros cúbicos, fue totalmente insuficiente para frenar una avenida de tal embargadura. Fue una de las principales razones que justificaron la construcción de último gran pantano en el Estado: Rialb. Comportó la inundación de pueblos como Tiurana y Bassella y la afectación de una amplia zona de Oliana, Ponts, La Baronia de Rialb y Peramola.
A finales de los 90 se comenzó a levantar la presa del embalse que puede llegar a almacenar hasta 403,6 hectómetros cúbicos y es una garantía para frenar futuras avenidas. Por otra parte, tanto en Balaguer como en Lleida ciudad se actuó el río para canalizar grandes avenidas.
En noviembre de 2015 otra rubinada desbordó el Sió lo que provocó la muerte de cuatro ancianas que dormían en una residencia geriátrica de Agramunt.
La alcaldesa, Sílvia Fernàndez, afirma que “a raíz de este fatídico hecho nos hemos visto obligados a repensar nuestra realidad urbanística. Agramunt crecía hacía la parte sur del municipio y las mejores zonas estaban situadas alrededor del río, a pesar de ser zona inundable se iban dando licencias porque así lo permitía la normativa, mientras que desde finales del 2015 la ciudad crece hacía la parte norte del municipio”, remarcó.
El ayuntamiento de Tàrrega lleva a cabo periódicamente limpiezas exhaustivas en el cauce del río Ondara retirando la vegetación invasiva y los residuos que dificultan la circulación del caudal aunque sería necesario rebajar hasta 2 metros los sedimentos acumulados, según los expertos. Por su parte, la Confederación Hidrogràfica del Ebro (CHE) está revisando los mapas de las zonas inundables en todas las cuencas de los ríos Lleida