Se cumplen 150 años de la riada que mató a unas 400 personas en Lleida

La madrugada del 22 al 23 de septiembre del 1874 se produjo la rubinada de Santa Tecla, el segundo episodio de crecidas más mortífero de Catalunya tras la avenida de 1962 del Vallès. La riada causó 575 muertos en Catalunya, casi 400 entre Urgell, Les Garrigues, Segarra y Segrià, afectando las concas de los ríos Ondara, Corb, Sió, Francolí y Set.

La Universitat de Lleida (UdL), junto a expertos en riadas de otras universidades, inicia hoy un ciclo de conferencias para recordar la trágica rubinada de Santa Tecla que hace 150 años mató a 575 personas en Catalunya, unas 400 en Lleida (entre el Urgell -293-, les Garrigues -56-, la Segarra -23- y el Segrià -11-), afectando principalmente las concas de los ríos Ondara, Corb, Sió, Set y Francolí. Carles Balasch, profesor honorario de la UdL, destaca la importancia de recordar los hechos “por el impacto que tuvo esta rubinada en Catalunya, tanto por el elevado número de muertos como por el importante impacto económico en el territorio con numerosos daños materiales. Se reventó el incipiente Canal d’Urgell, el tren quedó paralizado durante meses, la producción agraria estuvo afectada durante mucho tiempo.”

Todo comenzó la madrugada del 22 al 23 de septiembre del 1874 con fuertes precipitaciones que provocaron 575 víctimas mortales, siendo Tàrrega la localidad más afectada Tàrrega con 205 muertos y numerosos daños materiales. En la capital del Urgell quedaron destrozados 250 edificios y otros tantos dañados después de que el agua del río Ondara llegara a 2 metros por encima del puente (como recuerdan unas placas instaladas en las calles de les Piques y de Sant Agustí). El arrabal de Sant Agustí quedó completamente arrasado y se inundaron todas las calles del barrio, desde les Piques hasta la Major llegando el agua incluso en la plaza de Sant Antoni. 

El historiador de Tàrrega Josep Maria Segarra i Malla explicaba en la Nova Tàrrega del 1974 que “una de las principales causas de la alta mortalidad en la ciudad fue que el día antes había corrido la voz que los carlistas que estaban en Verdú vendrían aquella noche a atacar Tàrrega, de modo que cuando por la madrugada la corneta y los pitos de los serenos con el toque ‘de llamada a carrera’ despertó a los vecinos de la ciudad, estos se encerraron aún más en sus casas en lugar de salir corriendo para salvarse del agua, hecho que empeoró la terrible situación”

Por su parte, el también historiador local Jaume Ramon Solé afirma que “la rubinada del 1874 transformó el urbanismo de Tàrrega ya que a partir de estos hechos la ciudad creció lejos del Reguer y de la zona histórica. Según Ramon, “en las primeras casas que se levantaron en calles como la de la Mallola o de Ramon Carnicer se utilizaron piedras del antiguo convento de Sant Agustí, que quedó arrasado en la rubinada, y que aún se pueden ver”. Ramon explica algunas anécdotas de testimonios de la época como que “en el huerto del Sargaire, un hombre estuvo varios días encima de una pared o que el Molí del Grau de Cervera varias personas estuvieron 10 días y 10 noches sin poder salir de casa”.

Pau Farré, el ‘Cacauero’, salvó a 45 personas de morir ahogadas

Pau Farré Majoral, vecino de Tàrrega conocido como el Cacauero por su oficio de vendedor de cacahuetes, fue uno de los héroes de la trágica rubinada porque consiguió salvar la vida a 45 personas de morir ahogadas. Otros personajes destacados por socorrer a vecinos fueron Gabriel Casals y muchos soldados de Calatrava alojados en la ciudad. Textos de la época explican que “el Cacauero salvó la vida de 45 personas y muchos intereses en metálico de las casas afectadas, siempre nadando”. El 2015, la Associació Guixanet creó el personaje del Cacauero para dejar constancia de este hecho heroico.