Cuando Lleida fue Mauringrado
El historiador Alberto Sabio desgrana en Excomunistas. De la Revolución a la Guerra Fría Cultural, a partir de papeles inéditos depositados en EEUU, una completa biografía de Joaquím Maurín, principal líder del movimiento obrero en la demarcación de Lleida en su etapa inicial, hace poco mas de un siglo, y fundador de partidos como el BOC y el POUM.
Mauringrado es como se conocía hace un siglo en el movimiento obrero a la ciudad situada en mitad de la ruta que enlazaba La Perla Negra con La Rosa de Fuego; es decir, a Lleida, a medio camino entre Zaragoza y Barcelona, en un cuadrante noreste por el que en aquella época de desplegaban, con permiso de otros como A Coruña, Cádiz y Bilbao, los principales focos del sindicalismo de todo el territorio estatal.
El apelativo obrerista se debía a la impronta que dejó en la capital y en Ponent Joaquím Maurín, nacido en 1896 en Bonansa (Ribagorça) y que entre 1915 y 1919 trabajó como profesor en Liceu Escolar de la familia Godàs, uno de los centros del movimiento de renovación pedagógica.
En Ponent inició una intensa actividad sindical y política que, con el tiempo, y tras pasar por Joventut Republicana, le llevaría a fundar el BOC (Bloc Obrer y Camperol) y el POUM (Partido Obrero de Unificacion Marxista) tras haber sido apartado en 1922 de la secretaría general de la CNT, la mayor organización civil del Estado, cargo que antes había ocupado en la de Ponent.“Allí, en el Liceu, se da cuenta de la importancia de la pedagogía en la acción política”, explica el historiador Alberto Sabio, que acaba de publicar Excomunistas. De la Revolucion a la Guerra Fría Cultural (Galaxia Gutenberg), un libro en el que, a partir de documentación inédita depositada en Miami y Stanford, traza a lo largo de 544 páginas una completa biografía de quien fue “uno de los líderes obreros más internacionales” de Catalunya y del Estado.
“El libro echa a andar a partir del estudio de esa novedosa documentación”, señala Sabio, que destaca cómo esos papeles, que incluyen un esbozo de memorias, han resultado claves para perfilar varios ejes de la figura de Maurín.“No era anticlerical sino laico, y Lleida juega un papel clave por la formación pedagógica laica” en línea con Frederic Godàs, ferrer Guàrdia y Pau Vila, indica el historiador, quien destaca la “solidez ideológica” de su pensamiento, del que resalta como legados “haber intentado intentar articular una unidad de acción sindical, y también una unidad política” en las izquierdas.
Lleida tambien fue escenario de algunas de sus acciones políticas más destacadas, como la redacción y difusión de un manifiesto que pedía la amnistía de los líderes encarcelados por liderar la huelga general de 1917, como Largo Caballero, Julián Besteiro y Andrés Saborit, y la fundación en 1919 de Lucha Social: “era el periódico de la CNT en Lleida, y cobró mucha importancia poco después, cuando La Batalla, el órgano de ese sindicato en Barcelona dejó de imprimirse al proscribir la organización la dictadura de Primo de Ribera”
Antes había escrito en El Ideal y dado conferencias como la titulada “Escuela y despensa” en el Centre Republicà de Mollerussa, cuya crónica en ese diario le atribuía “grandes dotes de orador” y “un porvenir de esperanza”.Maurín viajó dos veces a Moscú, en 1921 para fundar la Internacional Socialista Roja y en 1924 para uno de sus congresos, dos viajes claves en su desencanto del sovietismo. “Estaba seducido por la revolución rusa, pero no por el bolchevismo”, explica Sabio, quien lo sitúa en la órbita ideológica del laborismo inglés y de la socialdemocracia del alemán Willy Brandt, y alejado del estalimismo y el troskismo. “Quiso canalizar las energías de la CNT hacia un partido político. Pensaba que el abstencionismo del sindicato era una alfombra roja para las opciones más conservadoras”. Eso le costó la defenestración en el congreso de 1922.
Maurín deja Lleida a finales de 1919 para trasladarse a Barcelona, donde vive la eclosión del anarcosindicalismo y donde traba amistad, además de con Andreu Nin (con quien fusionaría el BOC e Izquierda Comunista en el POUM), con el leridano Salvador Seguí, El noi del sucre, cuyo muerte, tiroteado por pistoleros blancos de la patronal en 1923, le conmocionó.
Después vendrían la prisión como jefe del movimiento obrero, en el que rechazó las acciones armadas y abogó por la confluencia, el exilio en París, la Segunda República, la revolución de 1934, la sublevacion fascista, la guerra civil, mayo del 37, de nuevo la cárcel y, en 1947, el exilio en Nueva York, donde ya estaban su esposa, Jean Soubarin, y el hijo de ambos y donde fundaría la ALA, la American Literary Agence. Con ella, tras media vida de militancia en el marxismo heterodoxo, se alineó la otra media en el bando occidental de la guerra fría cultural.
El balazo, el obispo de La Seu y el falso espía de la CIA
Maurín estuvo preso en Jaca entre agosto de 1936 y 1937. Salió sin cargos: nadie le identificó tras haber sido dado por muerto. Poco después, cuando iba a Francia, su cara le suena a un policía. Era un exmiembro de la Brigada Social de Barcelona que había participado en su detención de 1925, y que le reconoce por la cicatriz del balazo que recibió en la rodilla en ese arresto. Preso hasta 1946, salva la vida al mediar el obispo de La Seu, Ramon Iglesias, de Durro, amigo de su familia y sotana de cabecera de Franco. Después se reúne con su mujer y su hijo en EEUU. Un bulo le señala como agente de la CIA. “Entra con visado de turista y no logra la nacionalidad hasta 1961. De ser un agente la habría obtenido antes”, zanja Sabio, que remarca que “nunca recibió financiación”