Ni estaciones de esquí, ni campos de golf: La CHE los desaconseja por el estado de la reserva de agua
Cultivar cereal y fruta en Lleida requerirá en 20 años al menos el 10% más de agua
El cambio climático está provocando una acelerada transformación del escenario agrario en la cuenca del Ebro, con una mayor demanda y menor disponibilidad simultánea del recurso hídrico.
Esta situación obliga a modificar los patrones de almacenamiento, gestión y consumo del agua, según advierte la documentación básica del nuevo Plan Hidrológico del Ebro (PHE) 2028-2033, que se encuentra en fase de exposición al público hasta el próximo 20 de junio.
Los estudios de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) concluyen que "la precipitación presenta una tendencia moderada a la disminución en las próximas décadas mientras que el aumento previsto de la evapotranspiración es notablemente más marcado". Además, destacan que "los mayores incrementos de las evapotranspiraciones trimestrales se producen en la época estival, mientras que el reparto interanual de la precipitación ofrece una distribución más errática".
En esta situación, la memoria considera “previsible que los usos recreativos ligados al agua, que no generan demanda, “se sigan incrementando, en particular con las actividades de pesca, navegación y las denominadas de turismo activo o de aventura, tanto en ríos como en embalses”. “No son previsibles nuevas estaciones de esquí en el medio plazo y tampoco es previsible un crecimiento significativo de campos de golf”, anota.
Aumento de la demanda hídrica en los principales cultivos
Los cálculos de la CHE apuntan a que la evapotranspiración, que es la pérdida de humedad del suelo al absorberla las plantas para sus procesos metabólicos, va a sufrir un notable aumento en los próximos 20 años, hasta 2045. Concretamente, el incremento de la demanda hídrica en la cuenca será del 9,9% para la alfalfa (pasando de 4.630 a 5.055 m³/ha al año), del 11,2% para el maíz (de 4.383 a 4.844 m³/ha) y del 12,26% para el trigo (de 4.383 a 4.844 m³/ha). Estos cultivos suman más de 110.000 hectáreas en la demarcación de Lleida.
En cuanto a los frutales, los aumentos serán del 10,56% para el melocotonero (de 4.220 a 4.659 m³/ha) y el peral (de 4.280 a 4.732 m³/ha), y del 10,72% para el manzano (de 3.964 a 4.389 m³/ha), cuya explotación supera las 20.500 hectáreas de extensión. Estos incrementos de la demanda de agua también afectarán a la viña (13,2%) y el olivo (12,3%).
Reducción de las precipitaciones en las cuencas del Segre, Noguera Pallaresa, Ésera y Ribagorçana
El escenario de menor disponibilidad del agua se debe a la reducción de las precipitaciones, una tendencia para la que la CHE ya no trabaja con proyecciones sino con datos reales. El cruce de los registros de lluvias y nevadas desde el año hidrológico 1940/1941 hasta 2021/2022 con la serie de 1980/1981 a 2021/2022 ya recogen una reducción de las precipitaciones del 3,75% en las cuencas del Segre y el Noguera Pallaresa, y del 4,5% en las del Ésera y el Ribagorçana.
La media de 641 litros/m² al año de la serie larga del Segre y el Pallaresa baja a 617 en la serie más reciente, mientras que los promedios del Ribagorçana y el Ésera caen de 690 a 659 litros/m². Los retrocesos son aun mayores, del 4% y el 4,7% respectivamente, si la observación se centra en los años de mayor precipitación. Esta menor precipitación ya reduce el caudal que circula por los ríos: la merma alcanza el 5,36% en el Segre y el Pallaresa si se compara la serie corta con la larga, una operación en la que desaparecen 119 de los 2.221 hm³ de aportación natural, y el 7,3% en el Ribagorçana y el Ésera, donde la mengua es de 105 hm³ sobre 1.454.
Propuestas de la CHE para afrontar el reto hídrico
Ante este escenario, los responsables de la CHE plantean un recorte progresivo de las dotaciones a los grandes sistemas de regadío en alta, es decir, en el suministro desde los embalses, para mantener las dotaciones en las parcelas a base de obras que mejoren la eficiencia hídrica de esos sistemas. Las eficiencias medias de los sistemas de regadío son hoy del 81,2% en el Segarra-Garrigues, del 70,3% en el Aragón y Catalunya (opera con un tercio menos de agua de la prevista), del 69,8% en el Algerri-Balaguer (25% menos), del 61,2% en el Urgell y del 60,1% en Pinyana.
Según la CHE, el Canal d'Urgell, que hoy recibe un 10% más de lo previsto, debería ahorrar casi un 15%, y Pinyana, cuyo superávit rozaría el 30%, tendría que economizar un 20%, en ambos casos, sobre la asignación oficial. Estas medidas buscan optimizar el uso del agua y adaptarse a las nuevas condiciones climáticas que afectan a la cuenca del Ebro.