Estrategias en regadío y en los cultivos pueden ahorrar hasta un 40% de agua
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U - H.C.
Los principales sistemas de riego en Lleida encaran el inicio de la campaña (a mediados de marzo) con casi el doble de reservas de agua en los pantanos en relación a las del año pasado. De los 2.010 hectómetros cúbicos que podrían llenar los principales embalses del Segre, el Noguera Pallaresa y el Ribagorçana hay ahora un 70% (1.388, frente a los 855 del año pasado por estas fechas, un 42%) y el acopio es especialmente remarcable en el Segre, con Oliana y Rialb al 84%, un registro nunca visto a estas alturas del año. Esta situación holgada contrasta con las reservas de nieve, muy por debajo de lo habitual, lo que mermará las aportaciones del deshielo.
En este escenario, los gestores del agua no dan la sequía por acabada y el ahorro se ha convertido en una urgencia. Más allá de los grandes y millonarios proyectos de modernización que actualmente afrontan el Urgell, Pinyana y el Aragón y Catalunya, los agricultores tienen mucho margen para reducir el consumo de agua. Decenas de regantes y de investigadores trabajan en el ahorro hídrico y los expertos aseguran que combinando las estrategias, especialmente en el manejo de los cultivos, el gasto de agua puede reducirse a pie de finca un 40%.
El profesor Carlos Cantero, catedrático de Producción Vegetal y Ciencia Forestal de la UdL, apunta al menos cinco estratagemas para reducir el gasto hídrico: la siembra directa, que implica no labrar “ni trabajar la tierra con anterioridad. Catalunya es pionera en este sistema”, que permite acumular más agua en el subsuelo. La elección de variedades de cultivos o material vegetal más eficaz en el aprovechamiento del agua; la utilización de un abono correcto (aplicar mucho fertilizante reduce la eficacia del agua); la sanidad vegetal (la planta tiene que tener buena salud para aprovechar el agua) o la elección de las ventanas de cultivo (“el calendario de los santos ha sido modificado por el cambio climático”) son pequeñas cosas que pueden implicar mejorar la eficacia del agua en un 40%.
En un escenario climático de inquietud, la modernización aparece también como factor clave. “La diferencia entre disponer o no de un regadío modernizado consiste en que puedes decidir cuándo y cuánto riegas. El valor se ve cuando tienes que gestionar un recurso escaso”, señala Ignasi Servià, experto en gestión del agua.
¿Cuán inquietante es ese escenario climático? Entre bastante y mucho, o al menos así lo perciben los responsables de la planificación.
“Se está viendo un mayor efecto del estiaje”, ya que “va cambiando la climatología hacia veranos más secos”, advirtió esta semana en sede de la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) Jesús Moya, de Heymo, la consultora que ha participado en la elaboración de los documentos iniciales del nuevo PHE (Plan Hidrológico del Ebro).
Tambien advirtió de que hay “una expansión de las zonas áridas y esteparias y crecen las zonas templadas de verano seco”, un avance que ha resultado avasallador en los últimos 40 años en la mitad sur de Lleida.
Esa modificación del medio es consecuencia de dos vectores climáticos: “La precipitación presenta una tendencia moderada a la disminución” mientras “el aumento previsto de la evapotranspiración (la sudoración de la planta) es notablemente más marcado”, indican los estudios de la CHE, que alertan de que ese incremento de las necesidades hídricas de los vegetales se concentran “en la época estival”, cuando menor es la menguante aportación de los ríos y la lluvia.
En ese escenario, la CHE ha incluido entre sus prioridades la “actualizacion de las dotaciones de riego”.
El regadío va a seguir creciendo con “la culminación” del Segarra-Garrigues y otros sistemas ya lanzados, aunque “considerando el ajuste de dotaciones, mejoras de técnicas de riego y cambios de cultivo se espera que (su demanda) no crezca y que disminuya” un 5% en 2030.
El plan es este: reducir un 5% la dotación de los dos canales que nacieron modernizados y mejorar, con el añadido de esa misma merma, las eficiciencias un 7,5% en el Aragón y Catalunya, un 9,8% en el Urgell y un 14,3% en Pinyana.
Carlos Cantero, catedrático de producción vegetal en la UdL: «En el secano también hay estrategias»
¿Es posible la agricultura sin agua?
Es posible sin regadío. La FAO dice que un territorio donde llueve entre 300 y 400 litros por metro cuadrado al año es árido o semiárido. Y sería el caso de Les Garrigues. Sin embargo, hoy en día ya no tenemos que rezar y esperar. Hay estrategias.
¿Como cuáles?
Las hay para el secano también aprovechables para el regadío, sobre todo, con las limitaciones que habrá al hilo del cambio climático. La modernización del riego es obligada, pero hay otros métodos y hay que saber regar. El riego a manta tiene una eficiencia del 60%, la aspersión, del 80% y el goteo, del 95%, pero solo si se aplica bien. Por ejemplo, hay que utilizar variedades de cultivos más eficaces. También el uso de una fertilización adecuada está relacionado con la nutrición hídrica, algo muy visible en el secano.
¿La investigación acompaña actualmente al agricultor?
El agricultor sabe el qué, la cienca dice el por qué. Hay que transferir la tecnología al campo. Faltan más médicos de cabecera para la agricultura. Tenemos entre 15 y 20 grupos de investigación. La UdL trabaja con Agrotecnio y cada vez hay más formación entre los agricultores, que confían en el investigador.