EMPRESA
La costurera del infierno: una joven aparca estudios por un boom de pedidos de trajes de ‘diables’
Sube la afición a la costura pero cae el número de profesionales y solo quedan 50

La Judit té la seu d’El Cosidor a Calaf, des d’on treballa per a un creixent nombre de colles.
Judit Morera es una joven de Calaf que ha aparcado sus estudios de Fotografía en Lleida ante el boom de encargos de ‘colles’ de Diables para que confeccione su vestuario. El volumen de trabajo de esta emprendedora coincide con el auge de la afición a la costura y los talleres de remiendos pero contrasta con la caída del número de profesionales un 40%.
“Estoy viviendo un sueño”. La vida de Judit Morera ha dado un giro en el último año. Vecina de Calaf de 20 años, cursaba Fotografía en La Caparrella cuando decidió aparcar sus estudios para dedicarse a elaborar casacas y vestidos de diables. Todo empezó al compartir en las redes sociales la fotografía de una casaca que había tejido para el aniversario de un amigo y comenzaron a lloverle llamadas de colles para encargarle su vestuario. Llegó un momento que ya no podía compaginar el trabajo con los estudios y en abril del año pasado los congeló para emprender su propio negocio: El Cosidor de la Judit.
Esta experiencia coincide con un repunte general de la afición a la costura, e incluso con la proliferación de locales de remiendos de ropa en Lleida, pero contrasta con la caída del número de profesionales dados de alta en este sector. Según datos de la Seguridad Social, Lleida tiene actualmente 50 profesionales de la confección de textiles (40 mujeres y 10 hombres), por los 87 de antes de la pandemia (2019, con 74 mujeres y 13 hombres), lo que implica una caída del 40%. Las cifras de la Cámara de Comercio de Lleida son aún peores: en toda la provincia tienen detectados 33.

Judit tiene la sede de el cosidor en calaf, desde donde trabaja para un creciente número de ‘colles’.
En el caso de Judit Morera, “todo lo que sé es gracias a mi abuela (modista de profesión). Cuando viene a veces me hace desmontar lo que llevo dos horas cosiendo”, explica entre risas. El mundo del fuego la ha acompañado desde pequeña: “Mis padres han sido diables. Iba con ellos en todas las salidas”. Judit ha formado parte de los Diables Alta Segarra de Calaf y ahora del Ball de Sant Miquel y Diables de Igualada.
Morera diseña, confecciona y pinta los trajes o los repara. La mayoría son 100% de algodón y algunos de lino. Ha tejido para Diables de Parets del Vallès, Diables Pim Pam Pum d’Olot o el traje de diablesa del Ball de Diables de La Ràpita. “Me encanta lo que hago, ojalá pueda dedicarme toda la vida a vestir la cultura popular catalana del fuego, que es la que más me gusta. Es un orgullo”, explica ilusionada. Por ahora, no le falta trabajo: está haciendo vestuarios para Bous de Foc de Santpedor, para la nueva colla Les Cabres de Sant Procopi de la Pobla de Claramunt y la Associació Cua de Drac de Cornellà. Uno de los proyectos que más le ilusiona es crear el vestido de diablesa de su colla, los Diables Alta Segarra: “Poderlo estrenar, quemar con tu propio vestuario, me haría muchísima ilusión”, dice. Precisamente lo que más le gusta de su trabajo es diseñar los trajes de diablesa o de Llucifer, ya que “son únicos y tienen que ser despampanantes”.
Prefiere costurera a modista y su referente es Olivia Cros, popular en la elaboración de vestuario de diables desde Riudoms. El camino empresarial ha estado lleno de dudas e incertidumbre y aprendizaje sobre el mundo de los autónomos, la facturación o los proveedores, pero Judit está contenta.
Hace dos años que está en lista de espera para entrar en el Ball de Diables Carranquers de Cervera: “Me haría mucha ilusión y quiero que me haga el traje los que lo han hecho toda la vida”, Xavi Badia y Juanjo Trilla de Cal Botines.
Crece el interés por aprender a coser y a ‘reciclar’ las prendas
El interés por aprender a coser para poder reciclar la ropa está en auge en Lleida. Así lo certifica Peppa Novell Esquerda, titular del establecimiento Peppa i Punt de la capital desde hace catorce años, que ofrece talleres de costura a máquina y de bordado, entre otras labores. “Les inculcamos que no tiren tan rápido la ropa. Una chaqueta larga se puede hacer más corta, si tiene un agujero se arregla y hasta a los chalecos se les pueden poner mangas”, explica. También hacen arreglos de ropa, como dobladillos o cremalleras, y Novell comenta, como anécdota, que se está planteando “vender kits para coser botones, con hilo, aguja y dedal, porque hay gente que viene solo para que le cosamos un botón”. De hecho, las tiendas de arreglos de ropa están en expansión.
Alba Minguella, de L’Atelier de Tàrrega, especializada en vestidos de novia y de fiesta, destaca que, excepto por el parón a causa de la pandemia, la confección de prendas a medida continúa teniendo su público. “Son clientas que quieren una pieza única, que no puedan encontrar en las tiendas o que necesitan algo a medida porque tienen un cuerpo diferente”, subraya.