Seis décadas del telesilla que estrenó el esquí en Andorra

La historia de Andorra tomó un nuevo rumbo el 8 de febrero de 1964, aunque entonces pocos podían sospecharlo. Ese día, hace 60 años, se puso en marcha el primer telesilla del Principat. Se inauguró junto con la estación de esquí de Soldeu y fue el primer paso del camino que convirtió al país en una destinación turística y una referencia de los deportes de invierno.

La estación, gestionada por Esports de Neu Soldeu Incles SA (Ensisa), tuvo como promotores a tres entusiastas del esquí de la parroquia de Escaldes: Miquel Baró, Martí Salvans y Josep Torrallardona. Con el apoyo de Crèdit Andorrà (actual Creand) consiguieron la concesión del comú de Canillo para explotar los terrenos. Allí instalaron el telesilla, un telesquí, el del Pla d’Espiolets, y abrieron los primeros 10 kilómetros de pistas. 

Desde entonces, la estación ha tenido un crecimiento constante en instalaciones y proyección, y se ha consolidado como sede de la Copa del Mundo FIS. Entre sus momentos claves destaca 1971, con la adquisión de la primera máquina pisanieves de Andorra, y 1981, con la ampliación de pistas hacia el Tarter. El 1987 se instalaron los primeros cañones de nieve y, en 1993, el comú de Canillo y Crèdit Andorrà pasaron a ser accionistas mayoritarios de la sociedad. La historia reciente de la estación viene marcada por el nacimiento de Grandvalira en el 2003, que supuso que Soldeu-el Tarter entrara a formar parte del dominio esquiable más grande del sur de Europa. Paralelamente al dominio esquiable de Grandvalira, con seis sectores y 210 kilómetros de pistas, Andorra tiene las estaciones de Pal-Arinsal y Ordino-Arcalís. El país ofrece así más de 300 kilómetros de pistas de esquí.