Nueva vida para el plástico

El consell comarcal de la Cerdanya impulsa una prueba piloto para reciclar los plásticos que envuelven las balas de paja que se utilizan en la ganadería. La corporación ha detectado que en la comarca, con cerca de doscientas explotaciones, se generan una gran cantidad de estos residuos y es preciso actuar al respeto para revertir la problemática que se está generando. La desventaja del proceso es que el material que cubre la hierba genera una reacción de fermentación que no puede ser depositada en los contenedores de envases domésticos en las deixallerías porque requiere ser tratado mediante un proceso específico.

La prueba empezará en mayo y el ente comarcal llevará a cabo dos recogidas durante ese mes. La intención es recoger y tratar en una planta de fuera de la comarca todo el residuo que han acumulado los agricultores a lo largo del invierno, que es cuando se genera mayor volumen y supone toneladas de plástico. Posteriormente, a partir del próximo año, el consell incorporará esta fracción de la basura como una sección más en la gestión de los residuos de los diecisiete municipios. El ente comarcal está en pleno proceso para adjudicar la gestión de las basuras en la comarca. El vicepresidente del con-sell, Albert Maurell, explicó que además de los plásticos, “la recogida también incluirá el cordel y las mallas, que deberán almacenarse y entregarse de manera separada”. La actuación para este 2024 está subvencionada por el ministerio para la Transición Ecológica del gobierno de España y el ente comarcal ha informado que “solo este año no supondrá ningún coste para los ganaderos de la comarca”. La recogida posterior se realizará en dos períodos del año, uno a principios de invierno y otro en primavera.

Buena acogida de la iniciativa en el sector ganadero

Un vehículo recorrerá todas las granjas de la Cerdanya a finales de mayo para llevarse el plástico generado durante el invierno. Actualmente, cada ganadero gestiona como puede sus plásticos, que son el principal residuo que generan y uno de sus mayores dolores de cabeza. Maurell explicó que “es un problema grave porque en la deixallería nos dicen que es un residuo que no está pensado para tratarlo allí y que debe ir a plantas especializadas”. Hay agricultores que acaban haciendo una mala praxis porque no saben qué hacer con él y “es un problema medioambiental muy importante”, añadió.