Recuperan textos históricos rescatados de un vertedero cerca de la Pobla de Segur

El Arxiu Comarcal de la Alta Ribagorça ha incorporado recientemente documentación histórica de alto valor en su colección. Todo apunta a que los textos forman parte del fondo patrimonial de la Casa Miquel del pueblo de Massivert, hoy en día abandonado y que en su día estaba adscrito al ayuntamiento de Malpàs. Lo curioso del caso es el origen de la documentación, ya que esta fue hallada en un vertedero cerca de La Pobla de Segur hace 20 años por Pere Casulleras, un vecino de la Conca de Dalt. Casulleras ha conservado los textos, que datan desde el siglo XVI hasta principios del siglo XX, hasta la actualidad. Decidió donarlos al Arxiu Comarcal de la Alta Ribagorça tras su puesta en marcha el pasado año, con el fin que puedan ser estudiados y catalogados.

Manel Rivas, director del Arxiu Comarcal, explica que la documentación incluye recibos, capítulos matrimoniales, contratos de compraventa e incluso un catastro. “Entre los más valiosos se encuentra un recibo con lo que pagó el pueblo de Erta a los carlistas durante la guerra el 1842”, destaca Rivas, que recuerda que “gran parte hace referencia también al monasterio de Santa Maria de Lavaix, que entonces pertenecía a Massivert pero que ahora es de El Pont de Suert”. 

La documentación será ahora tratada, con el fin de garantizar su conservación. En este sentido, los documentos se aplanarán, mientras que los volúmenes que presenten desperfectos se recoserán y restaurarán. Los archiveros se adentrarán también en su contenido, pasando a describir cada la totalidad de los textos para catalogarlos y facilitar así su posterior digitalización. Podrán consultarse a través de la plataforma Arxius en línia del departamento de Cultura, que ofrece un gran volumen de testimonios documentales de alcance cronológico y temático diverso, tanto para investigadores como para la ciudadanía.

El siguiente paso será tratar de encontrar los descendientes de Casa Miquel de Massivert, que probablemente se desplazaron a algún otro lugar del Pirineo. “En los pueblos abandonados es muy difícil seguir el rastro de sus antiguos habitantes, pero uno de los documentos incluye un padrón, lo que podría facilitar la tarea”, concluyó Rivas.