Foradada sanea la ladera y protege el Salgar ante aludes

Evitar nuevos desprendimientos en la montaña de Salgar y proteger el santuario de Santa Maria es el objetivo de la actuación que llevará a cabo el consistorio de Foradada en la ladera, después de que a finales de 2022 un alud de rocas dañara el monasterio y obligara al consistorio a cerrar por precaución el camino de acceso al templo, que recibe a numerosos turistas y feligreses. Se actuará en una tramo de más de 1.200 metros cuadrados de montaña, entre el monasterio y la última cueva hacia Rubió de Baix, donde se instalarán mallas metálicas con anclajes de seguridad y se retirarán rocas con mayor inestabilidad y con riesgo de desprenderse, que se detectaron tras una inspección con drones. La alcaldesa, Maricel Segú, explicó que los trabajos, que cuentan con un presupuesto de 148.731 euros, de los cuales 131.000 serán financiados por la Diputación, prevén mejorar la cubierta de la ermita que quedó dañada por las rocas. Las obras deben estar finalizadas en septiembre.

Recuperar los accesos y las visitas al monasterio

El consistorio quiere ganar seguridad para garantizar un acceso sin riesgos al monasterio de Santa Maria de Salgar, que cada año visitan centenares de turistas y feligreses. Una vez finalizada la actuación se volverán a abrir los accesos al templo y se recuperarán las visitas al santuario. Es un edificio protegido como bien cultural de interés local. Destaca por estar en una balma de la zona de cuevas en la margen izquierda del río Segre. Cuenta con una iglesia románica, un claustro renacentista y un campanario de espadaña con dos campanas, una de ellas de obús. Inicialmente el lugar era un santuario mariano, donde se veneraba la imagen de la virgen, primero una pieza románica y más adelante gótica, que se perdió en 1936. Se consideraba que esta imagen tenía poderes milagrosos y era sacada en procesión en caso de sequía. A principios del siglo XV el lugar había caído en cierto abandono, por lo que el señor de Montsonís (Ponç de Ribelles) en 1404 cedió el santuario, de acuerdo con el arcipreste de Àger, a los carmelitas calzados. En la actualidad son muchos los feligreses que visitan el templo.