PALLARS JUSSÀ
El monte gana en 20 años casi 30.000 ha
Equivalen a un 21% del territorio de la comarca, donde el 70% ya es bosque y matorral . Exploran vías para regenerar el suelo, recuperar el manto agroforestal y generar al mismo tiempo actividades económicas
Se está viendo que promover la actividad extensiva con determinados criterios extensivos puede hacer compatible la mejora de la biodiversidad con el mantenimiento de la población en el territorio. Se trata de recuperar una escala de usos que haga compatible la conservación del medio con las actividades económicas”, explic Eduard Pla, investigador del CREAF (Centre de Recerca Ecològica y Aplicacions Forestals de la UAB) y uno de los expertos que hace unos días participaron en Tremp en la jornada Vins del Pirineu: El paisatge de la resiliència.
La sesión, formalmente convocada en torno a la viña, tenía un objetivo más amplio: tratar de “la agricultura y la ganadería como herramientas para hacer frente a la emergencia climática”; es decir, indagar en la manera de recuperar el mosaico agroforestal del Pallars Jussà como escenario de actividades humanas ante los retos que plantea el cambio climático: más calor, menos lluvia y más torrencial, mayor aridez y empobrecimiento del suelo, una combinación que amenaza la supervivencia de las actividades agrícolas y ganaderas.
“El paisaje se ha homogeneizado, y eso conlleva la pérdida de biodiversidad y, con ella, la de servicios ecosistémicos”, señala Pla, como pasar de capturar carbono a emitirlo; deteriorar el ciclo hidrológico, con menor escorrentía, mayor erosión y más aridificación, y un mayor riesgo de incendios por la menor variedad de la flora.
La homogeneización del paisaje por asilvestramiento alcanza en el Jussà un ritmo vertiginoso: más de la quinta parte de su superficie (29.208 hectáreas, 21,7%) ha sido ocupada por la maleza (13.164) y por el bosque (16.044) en solo veinte años, de 2002 a 2022 y según los datos del Idescat; básicamente; por el declive de las actividades agrarias y el vaciado de los pequeños núcleos de población (hay 1.385 hectáreas urbanizadas menos). El monte ya puebla el 69,7% de la superficie del Jussà.
Ese proceso ha ido en paralelo a otros que hace tiempo que activaron las alarmas en el Jussà, como la pérdida de 2.851 ha de cultivos (el 85% de secano) y de una de cada diez explotaciones ganaderas (42 de 405, la mitad de vacas y la mitad de ovejas y cabras) y un horizonte de mayor caída por falta de relevo. Sin embargo, esas mismas instituciones, entre ellas el ayuntamiento de Tremp, impulsor de programas como Terra de Corder, se han percatado de que ninguno de esos procesos de recuperación, el del paisaje y el del paisanaje, es viable sin el otro.
“Detrás de un producto hay un paisaje, y en ese paisaje vivimos todos; es humano, social y cultural”, señala Ruth Troyano, coordinadora de la jornada, quien remarca el objetivo de recuperar los suelos: “hemos mirado mucho la parte aérea de la planta y poco la subterránea”.
“Tenemos el riesgo de que el suelo acabe siendo aportador de CO2 en lugar de captador. Tal y como se trabaja ahora, con productos químicos, lo empobrecemos y aceleramos su oxidación”, anota el viticultor Andreu Vinyes, de la Associacio de Vinya Regenerativa, quien señala una de las vías de actuación: “reducir las aportaciones sintéticas y aumentar las orgánicas, intercalar la flora natural de la zona y combinarlo con el pastoreo extensivo permite una producción estable y que el suelo se enriquezca de nutrientes y microorganismos”. Sería, en cualquier caso, “algo no restringido a la viña. Se trata del funcionamiento dinámico del suelo implementando una agricultura regenerativa” para recuperar el mosaico agroforestal.
“La idea es dar al territorio un mosaico de usos que aumente la riqueza”, añade Pla; es dedir, frenar el avance del monte y la aridificación del suelo con medidas como la recuperación de pastos y la regeneración de suelos y reducir el riesgo de incendios con gestión forestal y extendiendo el viñedo, que ahora no supera las 300 has.