ENTREVISTA
Cierra el restaurante Cal Bòria de Bell-lloc después de 68 años: “No sabría qué plato elegir, pero la 'olla barrejada' ha sido un éxito”
Después de 68 años siendo un punto de visita obligado de la comarca del Pla d'Urgell y de la provincia de Lleida, el restaurante Cal Bòria de Bell-lloc anuncia su cierre definitivo el 31 de julio
Abierto desde 1956, el restaurante Cal Bòria de Bell-lloc d’Urgell cierra ahora por jubilación del propietario, Francesc Bòria, Sisco. Punto de encuentro para muchas generaciones, el icónico restaurante del Pla se alzaba, y se alza hasta que cierre, el 31 de julio, entre los primeros en el podio de restaurantes donde mejor se come de las comarcas del llano de Lleida. Bòria ha optado por parar e iniciar otra etapa satisfecho por su trabajo y con gratitud hacia la clientela fiel que ha dado su apoyo al negocio familiar a lo largo de décadas de trabajo.
Han sido más de treinta años al frente de los fogones de Cal Bòria. ¿Cuál ha sido el secreto de esta trayectoria?
El trabajo y un sentimiento de honorabilidad por aprender del día a día y ganarme la confianza de los clientes con humildad. Aunque suene a tópico, el tratar a los demás como querría que me trataran a mí desde el punto de vista culinario. Con estos ingredientes los parroquianos se sentían aquí como en casa y ello nos enorgullece como familia.
Sus clientes ven cómo un trozo de su historia cotidiana se despide. ¿Se lo dicen?
Sí. A pesar de esta noticia nada positiva, la mayoría están emocionados, otros tristes. Hemos compartido innumerables momentos y conversaciones, e incluso he preparado los platos que sabía que les gustaba porque se han convertido en parte de la familia, a gusto del cliente, pero deben entenderlo, el sector aprieta mucho y la hostelería ya no es gratificante. Sin que se interprete mal, no es ajustado el esfuerzo con el beneficio. Todos tenemos derecho a ganarnos la vida, y hoy por hoy, hay una presión administrativa que lo pone bastante difícil.
¿Cuáles son o han sido sus platos estrella o más demandados?
Uf. Me pones en un aprieto. Creo que están entre la olla barrejada al estilo Cal Bòria, el arroz cremoso con ceps y parmesano, los tradicionales caracoles o el rabo de toro. No sabría cuál elegir, pero de caracoles he servido muchísimos.
¿Dónde se formó como cocinero?
En estos fogones. Mi formación ha sido autodidacta, viendo a mis padres, Joan y Maria, y sobre todo, a mi abuela Maria. Me acuerdo perfectamente de cómo cocinaban los tres y los años que pasé detrás de la barra y los fogones observando día a día y aprendiendo. Después, cuando me puse al frente, primando la calidad de los productos. Ha sido la clave del éxito de los platos. También innovado.
¿En qué innovaron?
Pusimos de moda las noches de “montaditos o tapas”. Durante más de seis años elaborábamos hasta 1.800 tapas un día al mes. Venían clientes de todas las edades y todos nos daban las gracias al irse.
¿De qué eran las tapas?
Fue la época en que se pusieron de moda y fuimos pioneros. Nuestro hijo fue el artífice y las hacíamos cada mes dedicadas a un tema. También había el día de la cerveza, el de los vinos, días dedicados a países... en fin. Mucho trabajo.
Ha hablado de su hijo. ¿No le interesa coger el relevo?
Él es somelier y se especializó en ser jefe de sala. Ha trabajado como el que más, pero esta etapa ya pasó. Hemos trabajado en familia, pero ve el sacrificio y la dificultad de depender de empleados...Me sabe mal dejarlo por todo lo que he sentido y vivido entre estas paredes, pero ha llegado el momento de parar.
¿A qué dedicará ahora su tiempo libre?
La música siempre me ha acompañado en mis andanzas. Estoy seguro de que seguirá acompañándome ahora. Me entretendré, seguro.