MUNICIPIOS MIGRACIONES
Guissona recibe más senegaleses y hace un llamamiento para frenar su llegada
El ayuntamiento de Guissona hizo ayer un llamamiento para frenar la llegada de más senegaleses, tras acoger ya a 68 que viajaron en cayucos a las costas canarias. El consistorio insta a entidades que asisten a migrantes y a la comunidad senegalesa local que no paguen a estas personas el viaje a la Segarra, mientras busca dónde alojar a las que ya tiene.
Guissona recibió ayer más senegaleses llegados en cayucos a las costas canarias. Feron siete personas que se sumaron a las 61 que el pueblo ha acogido a lo largo de este mes. El ayuntamiento hizo ayer un llamamiento para frenar su llegada. Recordó que sus servicios sociales están ya colapsados e instó a entidades que asisten a migrantes y a la comunidad senegalesa local a dejar de pagar el viaje a la Segarra a miembros de este colectivo. El alcalde, Jaume Ars, explicó que buscan dónde alojar a los que ya tienen.
Los senegaleses llegados en cayucos están alojados por ahora en casas de amigos y parientes, con los que comparten comida y ropa. Ars explicó que buscarán alojamientos para ellos y apuntó a la posibilidad de pedir al ayuntamiento de Biosca que ceda para este fin las antiguas escuelas, como ya hizo hace dos años para acoger a refugiados de la guerra de Ucrania. Asimismo, el consistorio espera que, en los próximos días, Càritas Urgell y Cruz Roja comiencen a repartir tarjetas para comprar comida entre las familias que acogen a los recién llegados de Senegal. Por otra parte, el ayuntamiento de Guissona y la subdelegación del Gobierno en Lleida acordaron cotejar los datos que han reunido las dos administraciones para identificar a los 61 senegaleses. Así lo acordaron ayer el alcalde y el subdelegado del Gobierno, José Crespín. El consistorio, por su parte, entregó a cada uno de los senegaleses copias de las fichas que han elaborado las técnicas municipales de Inmigración y Servicios Sociales, así como certificados que acreditan que están estudiando catalán y que conocen el pueblo. Esto puede serles útil para acreditar su tiempo de permanencia y su arraigo en el país. Ars, apuntó que, si bien Guissona es un municipio que facilita el empadronamiento, no puede incluir en su censo a quienes no tienen ningún tipo de documento. Esta es la situación de la mayoría de los senegaleses llegados en las últimas semanas. Ars destacó que el proceso de obtener documentos emitidos en su país de origen no es “nada fácil” e insistió en pedir a la Generalitat y al Estado que brinden “acompañamiento” en este proceso.
«Pasamos dos días sin agua ni comida»
Lat Djiguene es una de los numerosos senegaleses llegados a Guissona en las últimas semanas, después de una difícil travesía a través del mar. “Fue un viaje muy duro, estuvimos dos días sin comer ni beber”. Sin embargo, asegura que”en Guissona hemos sido muy bien acogidos” por lo que cree que “ha valido la pena”. “Lo que sí se nota es que este es un país muy frio, estamos helados”, añade.
«En Senegal no se puede vivir»
Para Matar Ngom, dejar su país de origen se había convertido en una cuestión de supervivencia. “En Senegal no se puede vivir, no hay trabajo ni comida”. Recuerda las penurias de un viaje de “ocho días largos y duros”. “En nuestro cayuco viajábamos 320 personas y llegamos todos”, explica. Una vez en Guissona, “el objetivo ahora es sobrevivir y poder ayudar a nuestros padres” en Senegal.
«Esperamos estar bien en Guissona»
Tan pronto como alcanzaron la costa en Tenerife, Mdiaye Diop y el resto de los que habían completado la travesía por mar en un cayuco “llamamos a nuestros amigos y familiares”. En su caso, el viaje duró trece días, explica. “Fue un camino muy duro, pasas mucha hambre”, recuerda. “Tenemos la esperanza de que en Guissona estaremos bien”, afirma. “Aquí nos han recibido bien”.
«Tres parientes están alojados en mi casa»
Papa Syni, vecino de Guissona, forma parte de la numerosa comunidad senegalesa que reside en este municipio de la Segarra. “Trabajo en bonÀrea y he acogido a tres parientes en mi casa”, explica. “Aunque parece que tenga a sesenta personas viviendo conmigo, todos me preguntan”, añade. “Lo cierto es que compartimos lo que tenemos y tenemos esperanza de que la situación mejore”.