COMARCAS
Una plaza que provocó protestas
Se cumplen 30 años de la remodelación de la Plaça Major, una obra impopular que motivó la primera gran movilización vecinal de la democracia
El próximo lunes se cumplirán 30 años de la remodelación de la plaza Major de Cervera. Fue el último gran proyecto del histórico alcalde Joan Salat (1969-1995) y fue rechazado de forma masiva por los vecinos, que protagonizaron la primera gran movilización ciudadana de la transición democrática. Bajo el lema La plaça no m’agrada, se hicieron pancartas, camisetas y concentraciones vecinales masivas en este espacio. El diseño, el nuevo enlosado de color rosa que se ensuciaba con facilidad y, especialmente, filtraciones de agua en los bajos de casas, provocaron el enfado de los vecinos. El 5 de febrero de 1994, tras dos años de obras y sin estar resuelta la mejora de las fachadas de la plaza prevista en el proyecto, las corporaciones municipal y la comarcal, ambas presididas por Salat, estaban presentes en el momento de cortar la cinta.
Era el segundo proyecto de Salat de su plan de mejora de la zona histórica. El primero fue la peatonalización de la calle Combat, que tampoco estuvo exento de polémica. Sin embargo, la plaza tenía un nivel emotivo añadido. Es la antesala a dos de los monumentos notables de la ciudad, la Paeria y la iglesia gótica de Santa Maria, ambos del siglo XIV. Además, había conservado las mismas losas de piedra sobre las cuales se celebró durante siglos, y hasta 1960, el mercado semanal.
El proyecto de plaza, afirmaba entonces Salat, pretendía hacerla más atractiva y dar respuesta a la despoblación de la zona histórica en beneficio del extrarradio. Pese al rechazo vecinal, el alcalde hizo los deberes en otros ámbitos. Unos años antes había conseguido que la empresa MAI (después LEAR) ocupara las antiguas naves de Iberia Radio, y que L’Agudana de Torà se afincara en la ciudad, garantizando empleos estables después del éxodo de los años 70. A nivel cultural, Salat dejó acabado el Conservatorio de música que se inaguró en 1995, y fue clave como edil en que Cervera tuviera el Gran Teatre de la Passió en 1968.