COMARCAS
Un libro desvela el flujo colonizador de Teruel hacia el Segrià y la Franja
Los masoveros importaron el sistema de ocupación y explotación de la tierra en torres
“El fenómeno se dio en todo el Canal de Aragón y Catalunya. Yo me he centrado en la Llitera, pero se extiende también por el Segrià, el Baix Cinca y el Cinca Medio”, explica la escritora Silvia Isabal, que ha documentado en el libro Los que se iban en septiembre (segunda edición ya) el flujo de migración de colonos procedente de zonas rurales de Teruel que en las primeras décadas del siglo pasado importó al Segrià y la Franja de Ponent el sistema de ocupación y gestión de la tierra de los masoveros turolenses. ¿Cuántos fueron? “Si solo en la Llitera había 1.500… No me atrevo a dar una cifra concreta para todo el canal, pero no sería exagerado decir que vinieron más de 2.500”, calcula.
Buena parte de ellos, procedentes del Maestrazgo, las Cuencas Mineras y la Sierra de Albarracín, se asentaron en poblaciones como Alfarràs, Almenar, Alguaire y Almacelles, además de en las vecinas comarcas oscenses.“Eran un grupo muy compacto, muy familiar, que comenzó a llegar en la primera década del siglo XX, que estableció unas redes de colaboración muy intensas y que activó un efecto llamada sobre familiares y amigos”, señala la historiadora. ¿A qué venía ese flujo de gente, al que en los años 30 se sumaría el de los desplazados por la construcción del embalse de Santolea? “Fue un viaje sin retorno, vendieron lo que tenían para comprar aquí unas tierras de regadío que les daban una esperanza de futuro, unas expectativas de porvenir que allí no tenían”, señala Isabal.Su llegada conllevó la importación del modelo de vida de los masoveros, cuya versión local derivó en el formato de las torres. “Podía haber masías en zonas con cursos de agua, pero si no no tenían sentido”, matiza Isabal. Las torres brotaron con el agua del canal.“Al llegar replicaron su forma de vida de masoveros, que combinaba la agricultura y una ganadería de recrío que aquí no existía. En los carros con los que venían ya traían animales para el recrío. Les debemos la introducción de la ganadería”, anota.La migración del nuevo propietario se combinó con otras dos, la del obrero del campo de los incipientes latifundios y la del mediero, masoveros a los que los terratenientes “metían en una casa mal hecha en medio del campo y les decían: tu cultiva, luego repartiremos a medias la cosecha y mientras tanto ve cavando alguna acequia”.