SERÒS
Decenas de temporeros duermen al raso en Seròs, algunos con empleo y 'papeles'
Junto con otros que buscan trabajo en la campaña de la fruta
Este y otros pueblos del Baix Segre exigen más recursos para afrontar la presión sobre los servicios al crecer la población
Medio centenar de temporeros duermen al raso en Seròs mientras esperan, la mayoría de ellos con los papeles en regla, empezar a trabajar. “El problema no es que esta gente venga a trabajar. Vienen a sobrevivir”, advierte el alcalde, Josep Antoni Romia. Afirma que se trata de personas que buscan trabajar aunque sea “por una miseria”. “Es una vergüenza que la Generalitat y el Gobierno no hagan nada. Esto es un desastre: hay gente durmiendo en la calle y tenemos un problema de incivismo. A ver si lo entienden de una vez”, añade.
Varios de ellos, como los marroquíes Mohamed, Abderrahim y Mahamadou, pernoctan en la plaza junto a la calle Eres. “No tenemos empleo ni alojamiento”, dice el primero, que lleva una semana buscando trabajo en Seròs, a donde llegó desde Sevilla. “Llevo tres días sin comer. Hace 25 años que vengo, pero este año no encuentro nada”, explica el tercero, llegado de La Rioja. “Si me llaman mañana, empiezo”, añade, mientras muestra su tarjeta de residente, válida para 4 años.
Coincide con Mohamed, que vive con otras 7 personas al raso junto a una torre cercana a la calle Alguer, en las afueras, en los problemas de liquidez que para muchos de los temporeros que llegan sin trabajo apalabrado supone cobrar a fin de mes. “Hemos de comer todos los días. Si sigo así, en la calle, cuando cobre me voy ”, plantea, y anota que “muchos se han ido a buscarse la vida a otros sitios”.
Comenzó a trabajar el martes después de tres días de espera. Alguno de sus compañeros lleva 15 jornadas empleado y sigue durmiendo al raso. “No tenemos alojamiento”, dice. Y eso tiene consecuencias: “¿Cómo va a trabajar alguien que duerme en el suelo?”, pregunta, mientras con varios compañeros llena en la fuente de la plaza del polideportivo garrafas con agua para beber y lavarse.
El trasiego hacia la fuente de personas con garrafas de 5 y de 10 litros con las que, una vez llenas, se pierden hacia las afueras resulta otro indicio claro de la existencia de varios asentamientos sin agua corriente. “Hay mucha gente en la calle, que duerme donde puede. Y eso no es un problema de los empresarios ni del ayuntamiento”, señala Romia, quien reclama un despliegue policial para identificar a los temporeros sin papeles y aplicarles la normativa de extranjería. “Si les dan papeles podremos darles trabajo y dormirán dignamente”, añade. El ayuntamiento ha contratado a un agente cívico para velar por que se cumpla la ordenanza de conviviencia y civismo.
En Torres de Segre no hay gente durmiendo en la calle, aunque sí episodios de sobreocupación de viviendas, a menudo precarias, explica su alcalde, Axel Curcó. “Este año no está siendo problemático” pese a la llegada de alrededor de 600 temporeros en un pueblo de 2.000, una situación en la que resulta clave la gestión del albergue, de 120 plazas: “Está lleno. Las empresas contactan con la concejalía de Agricultura y gestionamos la contratación, por orden de llegada y con prioridad para empresas locales”. En Torres, como en la mayoría de los pueblos del Baix Segre, los ayuntamientos se enfrentan a una presión extra sobre los servicios, especialmente el suministro de agua, limpieza viaria y recogida de basura al aumentar de población durante la campaña de la fruta. “No están dimensionados para ello. La brigada se pasa el día recogiendo basura y limpiando calles, no hace otra cosa”, coinciden varios alcaldes de la zona, que exigen más recursos para hacer frente a esos picos de población.Las alcaldesa de Aitona, Rosa Pujol, y la de Soses, Sandra Marco, coinciden en apreciar que la afluencia de temporeros es mayor este año por las mayores expectativas de empleo que ofrece una cosecha normal tras dos años con heladas, aunque en ninguno de esos dos pueblos hay gente durmiendo en la calle. “Al menos ahora, la semana que viene ya veremos”, matiza Pujol. La campaña de la fruta emplea en Aitona (2.500 habitantes) a 3.500 personas y en Soses (1.800) a 1.800, entre campos y almacenes. “Cada ayuntamiento se lo monta como puede”, señala Marco, quien, como Pujol, remarca que “se necesita que estén, hay una necesidad para coger la fruta”. En Soses, el dispositivo incluye contratar una empresa que vigila las instalaciones municipales y hace rondas callejeras. “Hemos controlado el tema del civismo con este sistema”, anota Marco. Cuesta 40.000 euros de junio a agosto. En la ciudad de Lleida, miembros de UGT distribuyeron ayer folletos para informar de sus derechos laborales a personas que buscan empleo en la fruta.
Los Mossos ven “tranquilo” el Baix Segre
“De momento, el Baix Segre está tranquilo”, explican fuentes de los Mossos d’Esquadra, cuerpo que hace ya unas semanas comenzó a desplegar un dispositivo de patrullaje específico, que se va reforzando conforme se va incrementando la afluencia de temporeros. “Desde el punto de vista policial, los últimos años están siendo tranquilos, y eso se mantiene”, añade la misma fuente. Eso no obsta para que ocasionalmente la policía autonómica reciba algún aviso por discusiones en la calle.