MONTAÑA TRANSFORMACIÓN DE ACTIVIDADES
El turismo de caza de lujo paga hasta 5.000€ por un 'isard' como trofeo en el Pirineo de Lleida
Las pujas se disparan a niveles desconocidos en las subastas de piezas de los ayuntamientos. La captura de los animales se ofrece en paquetes de ocio de montaña en comarcas como el Sobirà y el Alt Urgell
“Los cazadores se están llevando sorpresas por lo elevado de las pujas. Los precios son prohibitivos salvo que dispongas de un poder adquisitivo muy alto”, explican desde el ayuntamiento de Alt Àneu, uno de los consistorios pirenaicos que este año se han beneficiado del vector inflacionista que el negocio de la caza de alto standing está aplicando a las cotizaciones de trofeos cinegéticos, especialmente notable para especies como el isard o rebeco, que en algunas subastas municipales se ha acercado este otoño a los 5.000 euros por pieza.
En el caso de Alt Àneu, el Isard que salía a subasta por un precio de salida de 4.227 euros acabó siendo adjudicado por 4.723, un encarecimiento de un 12% sobre una base que ya se considera elevada.
“Algunos se aprovechan para hacer negocios oscuros. Hay furtivismo de élite en el Pirineo”
“Han llegado pujas de empresas que se dedican a la caza. En los últimos años se están interesando mucho más las empresas”, anotan.
Ese aumento de los precios también registra algunas excepciones, como la falta de ofertas para un isard de categoría trofeo que salía por 5.000 en la Vall de Cardós y que acabó siendo objeto de adjudicación directa por 3.600; aunque en ese mismo consistorio otro ejemplar de isard de nivel selectivo se encareció de 2.500 a 2.800, el gamo alcanzó los 1.150 y el corzo se fue a 600.
“Han bajado un poco”, explican desde este consistorio, donde achacan esa reduccion a que “tenemos pocos permisos”.
En efecto, según coinciden en varios ayuntamientos del Pirineo, las empresas de turismo cinegético, que son las que mayores pujas presentan, muestran una clara inclinación por los paquetes.
Un ejemplo claro de ello es el resultado de la subasta de piezas de la Reserva Nacional de Caça de l’Alt Pallars en La Guingueta d’Àneu, donde los cuatro isard de categoría selectiva que salían a 1.600 euros cada uno se dispararon a 2.851, la misma cotización que alcanzó el ciervo tipo trofeo que se ofrecía por 1.500.
Los precios de salida que había previsto el ayuntamiento de La Guigueta para tres muflones, dos corzos y seis gamos se doblaron al pasar de 1.100 euros a una horquilla de 1.913 a 2.213, de 400 a 750 y 805 y de 600 a un abanico de 1.115 a 1.213, respectivamente, mientras el ciervo se encarecía por encima del 50%: de 1.000 € a entre 1.390 y 1.685.
La inflación fue menor con los trofeos, aunque también alcanzaron precios elevados: 4.151 euros el isard y 3.313 el muflón.
“Se están encareciendo, llevan tres años subiendo mucho. Ha crecido el interés. Antes se quedaba alguno sin adjudicar, pero ahora se adjudican todos”, señalan fuentes municipales.
La subasta de piezas y trofeos de caza, que constituye una importante vía de ingresos para los ayuntamientos, que en casos como el de La Guingueta se acerca este año a los 45.000 euros, revela la consolidacion de un cambio estructural en la práctica de la caza en la alta montaña, donde el turismo cinegético de alto standing, cuyos principales escenarios leridanos son los del Sobirà y el Alt Urgell, y en menor medida los del Solsonès y el Jussà, está desplazando al cazador tradicional al tiempo que abre un mercado para los alojamientos de gama alta.
Esos trofeos se ofrecen con recargo a escopeteros de alto poder adquisitivo, tanto de origen estatal como procedentes del extranjero, especialmente de EEUU, dentro de paquetes turísticos que incluyen transporte, alojamiento y alimentacion de gamas elevadas.
Esa mutación, beneficiosa para varios sectores, florece en paralelo a las ofertas clandestinas. “Algunos aprovechan para hacer negocios oscuros. Hay furtivismo de elite”, explica Llorenç Ricou, responsable de los Agents Rurals en Lleida, quien llama la atencion sobre lo complicado que resulta sorprender a estos grupos, aunque eso no ha impedido atrapar a varios en los últimos años.
“Usan visores térmicos y armas de alta precisión con silenciadores”, y suelen operar con apoyo de guías que conocen el monte, aunque también cuentan con la oposición de los cazadores locales, que suelen alertar de su presencia: “Ven que les están esquilmando la población”.
Los Agents Rurals dedican 2 grupos especializados al furtivismo
Los Agents Rurals de la Generalitat cuentan con dos grupos especializados dedicados a la persecución de los cazadores furtivos en Lleida, cuya actividad en el caso de las piezas mayores se concentra en el Pallars Sobirà y el Alt Urgell. “Es un furtivismo complicado, a veces incluso profesional”, explica Llorenç Ricou, responsable del cuerpo en la demarcación, quien anota que “se trata de servicios complicados” en los que intervienen un mínimo de cinco agentes por operativo. En lo que va de año (del 1 de enero hasta el 7 de noviembre), han denunciado 40 episodios de caza mayor furtiva. Por comarcas, y en el Pirineo, el mayor volumen de denuncias por caza (incluye mayor y menor) y por pesca furtiva se concentran en el Pallars Sobirá (48 este año, 131 en tres), seguido del Alt Urgell (24 y 72), el Pallars Jussà (15 y 38) y la Cerdanya (13 y 30) y, ya a cierta distancia, la Alta Ribagorça (9 y 17).