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“Era un inadaptado que siempre huía, como lo fue Sissí”

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En 2015, coincidiendo con el centenario de la muerte del archiduque de Austria Luis Salvador de Habsburgo, Mallorca le dedicó una gran exposición. A mediados del siglo XIX, este primo de la emperatriz Sissí que pudo ejercer de espía se enamoró de la isla. Construyó miradores para acercar el paisaje de Mallorca –entonces virgen– a los visitantes y ordenó que no se talara ningún árbol. Era todo un personaje. La escritora Carme Riera fue la encargada de comisariar Jo, l’Arxiduc. El desig d’anar més lluny. Pero al contrario de lo que sugería el título, sentía al archiduque, como siempre se le ha conocido en Mallorca, más y más cerca. “Me hablaba”, explica la autora. Y así surgió Les darreres paraules (Edicions 62). En esta novela ganadora del premio BBVA Sant Joan, Riera se pone en la piel del que se consideró la oveja negra del imperio austrohúngaro. Y lo hace en sus últimas horas de vida, cuando le dicta las memorias a su secretario. “Ha sido un reto enfrentarme a un yo narrativo masculino, y más tratándose de un personaje histórico que se está muriendo”. En Les darreres paraules (Edicions 62) Riera se adentra en los msiterios de Luis Salvador de Habsburgo. “Puede que no siente bien en Mallorca que explique su vida amorosa”. Era un díscolo. “Un inadaptado, como lo fue Sissí, por eso se entendían tan bien”. Riera le hace un guiño a Cervantes y construye la ficción a partir de un supuesto manuscrito encontrado. “El Quijote lo tiene todo, es tremendamente moderno. Una novela de novelas a la que cada época le extrae el jugo”.

A finales de año, la propia autora publicará la traducción al castellano de esta obra. “Cuando te traduces a ti mismo se hacen visibles todos los errores. Ya tengo algunos cambios previstos para cuando salga la segunda edición”.

El archiduque se enamoró de Mallorca. Construyó caminos y miradores sin talar un solo árbol

A pesar de que el archiduque es un personaje estrechamente ligado a Mallorca, Riera le define como “alguien que siempre huía”. Y por mar. La isla era su refugio, el faro al que retornaba, pero pasó largas temporadas fuera de la isla. Era su pequeño “reino paradisíaco”. La autora cree que hoy habría huido. “La destrucción de nuestro paisaje ha sido terrible”. Cree que los turistas tienen derecho a disfrutar de la isla. “Por supuesto. Pero también sus habitantes”.

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