ARTE
El MNAC expone a Picasso en diálogo con el Románico leridano
En el espacio de Santa María de Taüll, los frescos románicos conviven con variedades de "La Crucifixión", "Tres bañistas", "Escena de decapitación" o "La mujer del estilete" del pintor malagueño
El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) conduce a Pablo Picasso a la Edad Media en la exposición "Picasso-Románico", que ilustra a partir de 40 óleos, dibujos, cerámicas, esculturas y un cuadro relieve la influencia del arte románico y sus afinidades en la obra del artista malagueño.
Todas las obras expuestas en medio de esculturas y ábsides románicos del MNAC, que atesora la más completa colección de arte románico, provienen del Museo Picasso de París, al igual que una selección de documentos inéditos de los archivos de Picasso que pertenecen al museo parisino y que desvelan su interés por el arte de este período.
La exposición, que estará abierta al público desde mañana y hasta el próximo 26 de febrero, pone el foco sobre dos fechas que marcan la relación del artista con el arte medieval: 1906 y 1934.
Según han explicado hoy los comisarios de la muestra, Emilia Philippot y Juan José Lahuerta, "en 1906, en un momento decisivo de transformación de su estilo, Picasso se instala durante unos meses en el pueblo pirenaico de Gósol, casi coincidiendo con las campañas de descubrimiento y salvaguarda del románico catalán impulsado por la Junta de Museos de Barcelona".
Casi treinta años más tarde, el 5 de septiembre de 1934 Picasso visita las colecciones de arte románico en la inauguración del entonces Museo de Arte de Cataluña, hoy integradas en el MNAC, y en esa visita, acompañado por la prensa local, el artista malagueño declaró: "el arte románico es una lección inapreciable para los modernos".
Aunque el día siguiente partió hacia París y ya nunca regresó a España, "durante toda su vida Picasso fue atesorando las pruebas de esa relación", recuerda Philippot.
La exposición muestra un conjunto documental, hasta ahora inédito, que conserva el archivo del Museo Picasso de París, repleto de imágenes románicas, postales del museo con motivos románicos que le enviaban sus amigos, entre ellos Miró, correspondencia y diversos libros y revistas sobre el tema.
El conjunto documental arranca en 1922 con una postal de Joan Miró y finaliza en 1964 con otra de su amigo Joan Vidal Ventosa, pasando por una carta del antologista picassiano Christian Zervos de 1936.
La exposición no trata de establecer una relación mecánica entre las obras románicas y las obras de Picasso, ni plantea la búsqueda de una influencia directa, ya que, como ha dicho Lahuerta, "una de las características principales de la obra picassiana es precisamente su capacidad de transformar cualquier influencia en algo distinto y propio".
La mirada de Picasso sobre el románico, añade Lahuerta, "es una mirada de valoración artística y no una mirada arqueológica".
En un primer espacio de la exposición se exploran los primeros contactos de Picasso con el románico, centrado en las obras realizadas en 1906-1907 en Gósol, en un momento en el que experimenta un retorno a un cierto primitivismo, en reacción contra el llamado período rosa anterior.
Junto a la virgen de Gósol, que a principios del siglo XX se encontraba en su emplazamiento original y que el propio Picasso pudo ver en su estancia pirenaica, se muestran obras como "Busto de hombre (estudio para Les Demoiselles d'Avignon)", "Rostro-máscara de Josep Fontdevila", "Fernande con mantilla blanca", "Estudio para 'El hombre del cordero'" o la cerámica "Gazelle de horno decorada con un busto de hombre con jersey de rayas".
Un segundo eje tiene que ver con un tema trágico, la crucifixión, muy presente en el arte románico y que a Picasso preocupó en diferentes momentos de su vida, especialmente entre 1930 y 1937.
En el espacio de Santa María de Taüll, los frescos románicos conviven con variedades de "La Crucifixión", "Tres bañistas", "Escena de decapitación" o "La mujer del estilete" de Picasso.
Un último ámbito se refiere también a un tema recurrente en la colección románica del museo: la calavera, metáfora de la muerte, que es uno de los grandes temas transversales en la obra de Picasso, que se expresa a través de máscaras y calaveras, tanto humanas como animales.
Aquí se pueden contemplar "Cabeza de mujer", "El beso", "Cabeza de cabra", "Cráneo de carnero", "Vanitas", "Objeto con hoja de palmera" o "Máscara".