Enric Granados, catalán universal

El President Carles Puigdemont ensalzó ayer la “elevación espiritual” del compositor y pianista leridano Enric Granados, al que describió como un “catalán universal” en el acto institucional conmemorativo del Any Granados en el Palau de la Generalitat. Un año a punto de acabarse, en el que se ha conmemorado el centenario del fallecimiento del músico, pero que no es un final sino el zenit del bienio dedicado al artista, puesto que durante 2017 se celebrarán también los 150 años de su nacimiento. “Un país que sabe honrar a sus hijos más distinguidos, que nos han ayudado a elevarnos espiritualmente, se acerca mucho al propósito que sus grandes hombres pensaron para el futuro”, proclamó Puigdemont, en un acto al que no faltaron las principales autoridades políticas de Lleida, encabezadas por el alcalde, Àngel Ros, y el presidente de la Diputación, Joan Reñé, así como un nieto del compositor, Enrique Granados, acompañado de otra decena de descendientes. Este, en nombre de la familia, agradeció el reconocimiento institucional y recordó la figura de su abuelo a través de las historias que le contaba su padre. Por su parte, el conseller de Cultura, Santi Vila, celebró que revisitar a Granados permite descubrir a un “personaje extraordinario muy vinculado a la sociedad de su tiempo”. Àngel Ros remarcó el sentido de universalidad de Granados, en todas las etapas de su vida, y afirmó que también “fue profundamente cosmopolita”, un creador con vocación y visión universal que se comprometió con la cultura catalana y los movimientos culturales que se gestaron a finales del siglo XIX y principios del XX. Ros también señaló la importancia del homenaje a un compositor de importancia “catalana, española y universal”, ya que fue “un referente de la talla de Sibelius y Béla Bartok”.

Tras los parlamentos, el pianista José Menor –que en enero protagonizó el concierto inaugural del Any Granados– interpretó Requiebros, de la ópera Goyescas, mientras que Josep Buforn, también al piano, acompañó a la soprano Marta Mathéu en La maja y el ruiseñor, de la misma ópera, y Elegia eterna, de Cançons catalanes.