Homenaje a Fellini en Guissona

¿Por qué no puedo tocar los recuerdos? El fotógrafo leridano Llorenç Melgosa se hace esta pregunta en la exposición Amarcord, que se inauguró ayer en el Espai Grau Pujol de Guissona. Un homenaje a Fellini con el que el artista se reencuentra con los años 70, en los que se enamoró de la fotografía. Fue un amor de los que duran toda la vida. En esos inicios titubeantes Melgosa busca su propia voz, por lo que la exposición muestra una gran variedad de miradas, desde las más experimentales a las más poéticas e intimistas. Las doce fotografías que componen Amarcord inmortalizan doce recuerdos que han marcado su vida: el miedo a la oscuridad que superó en una cueva del Montsec; el amor no correspondido; la pasión por el arte que le transmitió Coma Estadella; la muerte, tras perder a un amigo en la montaña; el riesgo, representado por el primer equipo profesional de fotografía que adquirió; la curiosidad, a partir de la imagen anacrónica de un entierro en La Sentiu de Sió; la amistad, encarnada por un amigo ya fallecido cuyo recuerdo aparece nítido cada día de la forma más inesperada; la ilusión, a partir del dormitorio del fotógrafo en el que cada día montaba y desmontaba su laboratorio; la evolución, con un sorprendente bodegón con el que ensayaba nuevas técnicas, o la armonía, a partir de la paz que le trasmitía una casa abandonada de la carretera de Huesca.

Las imágenes se sujetan con tiras de esparadrapo porque Llorenç Melgosa sostiene que con la misma precariedad retenemos los recuerdos, “por eso alguno se desengancha y lo olvidamos aunque haya sido un momento importante en nuestra vida”. Amarcord arrancó a partir del encargo que le hizo Juan Cal, director ejecutivo de SEGRE, de una biografía en imágenes de su amigo íntimo Albert Coma Estadella. Tras la publicación del libro, Melgosa siguió revisando archivos y se reencontró con su pasado: “fui consciente de que me hacía mayor y de que cada vez sería más difícil preservar las emociones que han marcado mi vida”.