El otro claustro de La Seu, caído en el olvido

El Parc del Valira fue una de las primeras muestras del nuevo urbanismo de La Seu d’Urgell a las puertas de los Juegos Olímpicos del 92. Su elemento más emblemático, el claustro diseñado por el escritor y urbanista de La Seu Luis Racionero, es hoy un espacio caído en el olvido y cerrado desde hace un año para evitar fiestas de ‘botellón’.

El claustro, diseñado por el escritor y urbanista Luis Racionero, se inauguró en 1990 en el marco de la nueva urbanización del sector oeste de La Seu, el Parc del Valira, junto a la orilla izquierda del río que le da nombre, y a las puertas de los Juegos Olímpicos del 92. Racionero, nacido en la capital del Alt Urgell en 1940, asumió el reto de idear un espacio para el paseo e inmediatamente pensó en un claustro al estilo medieval, como el de la catedral de La Seu. Diseñó una réplica de este, pero con unos capiteles repletos de personajes emblemáticos del siglo XX, al igual como los escultores medievales utilizaban referentes conocidos por sus contemporáneos. El escultor de Mataró Manuel Cusachs se encargó de esculpir una cuarentena de figuras, agrupadas por géneros y temas, desde el mundo de la política y la ciencia hasta el del cine, el fútbol o la música. Racionero pensó tanto en mitos como en monstruos del siglo XX, incluyendo entre estos a las figuras de cuatro dictadores de la época: Franco, Hitler, Mussolini y Stalin. La idea ya levantó ampollas antes mismo de la inauguración del claustro y suscitó no pocos debates ciudadanos. Él siempre asegura que “son personajes que también forman parte de la historia del siglo XX y están tratados de forma irónica, ridiculizados”. Además, las cuatro figuras está ‘aprisionadas’ por distintos símbolos del famoso Guernica de Picasso.

Durante unos años, este claustro moderno acogió en verano los conciertos del Festival Brudieu de música antigua, que se celebraban anteriormente en el claustro de la catedral de Santa Maria. El certamen musical dejó de celebrarse y, cuando La Seu se sumó al nuevo Festival de Música Antiga dels Pirineus, se volvió a la catedral como escenario de los conciertos. La situación de este edificio, alejado del centro histórico, lo convirtió en los últimos años en un lugar muy frecuentado por grupos de jóvenes en busca de un espacio oculto para fiestas de ‘botellón’. Parte de los capiteles están dañados y el vandalismo se dejó ver en forma de pintadas en bancos y paredes, por no hablar de la suciedad acumulada o los orines por doquier.

El claustro moderno de Luis Racionero en el Parc del Valira de La Seu d’Urgell se estrenó en 1990

El propio Racionero lamenta el estado actual de un espacio creado para el disfrute de los vecinos y visitantes de La Seu. De momento está cerrado a la espera de una fórmula viable para reabrilo al público.

¿Cómo se le ocurrió diseñar un claustro en el Parc del Valira?

El parque era un espacio público abierto, para pasear. Pero en La Seu en invierno hace frío y en verano pega mucho el sol. Entonces pensé en los monjes medievales y en los claustros de los monasterios, al abrigo del sol y del frío, y reproducí el claustro de la catedral de La Seu.

¿Le supo mal la polémica de los capiteles con dictadores?

No sé por qué tenía que haber polémica. Yo quise poner los mitos y los monstruos del siglo XX, con políticos, músicos, científicos, actores, deportistas y dictadores, que también forman parte del siglo XX. No les glorificaba sino que les ridiculizaba.

¿Qué le parece que el claustro lleve meses cerrado?

No sé por qué ahora hay botellón y vandalismo y hace 10 ó 20 años no. No creo que sea tan difícil que un guardia vigile durante un ratito.

Polémica política por las figuras de Franco, Mussolini, Hitler y Stalin Aunque Luis Racionero siempre ha dicho por activa y por pasiva que los cuatro dictadores que aparecen en uno de los capiteles del claustro estaban esculpidos de forma irónica, las figuras de Franco, Mussolini, Hitler y Stalin suscitaron en su momento un agrio cruce de declaraciones entre los partidos políticos en el ayuntamiento de La Seu y amplios debates entre los ciudadanos. Incluso antes de la inauguración, un concejal de Convergència arremetió contra este proyecto, que de hecho fue encargado, aprobado, financiado y construido por el Institut Català del Sòl, dependiente de la Generalitat.