ESNOTICIA
La crisis y las relaciones 2.0 transforman la noche leridana, cada vez más diversa
Pubs y conciertos, los puntos de encuentro, y más participación en fiestas populares
Biloba y The Hill son la excepción veraniega: las macrodiscotecas son cosa del pasado. La crisis y las nuevas formas de relacionarse de los jóvenes en las redes sociales han contribuido a cambiar el paisaje nocturno de las comarcas de Lleida. Los jóvenes se implican más en las fiestas populares y su punto de encuentro son los pubs y los conciertos.
“Todo pasa y todo queda”. Y como en el verso de Antonio Machado inmortalizado por Joan Manuel Serrat, la noche de Lleida se ha transformado radicalmente aunque no haya perdido la esencia. En verano vuelven las discotecas al aire libre, pero a pesar del éxito de The Hill y Biloba será solo un paréntesis estival. Las macrodiscotecas se han ido para no volver –por lo menos a corto plazo–. Han sido sustituidas por festivales y macroconciertos que permiten a los jóvenes moverse en los ambientes que les son más afines musical y culturalmente. Es la vuelta a la tribu, al pequeño pub que ha hecho resurgir la mítica zona de Vins del Centre Històric en la capital y que ha dado un gran empuje a las fiestas populares en los pueblos, ya que la juventud se implica cada vez más en la organización de los actos. Para el antropólogo Carles Feixa, experto en movimientos juveniles, esta tendencia no es exclusiva de Lleida, sino “un fenómeno global”. Cada época ha tenido sus modas, “pero la crisis económica y la nueva manera de relacionarse de los jóvenes a través de las redes sociales ha acelarado los cambios”. Así, por un lado, la falta de recursos económicos de los jóvenes –y de sus familias– generalizó el llamado botellón. “En Catalunya no se ha extendido tanto como en el sur de España, pero aunque se haga a pequeña escala, lo cierto es que los chicos quedan en grupo antes de salir de bares para beber, ya sea en la calle o en almacenes privados”. Y no es solo una cuestión económica. “Los prolegómenos han cambiado”. Las nuevas generaciones tienen la misma necesidad de relacionarse que las anteriores, pero las redes sociales les permiten hacerlo a distancia. “Puede que salgan menos porque ya hablan y se relacionan a través del móvil o la tablet”. Cuando quedan en persona no tienen que ponerse al día. “Y eso también sirve para las relaciones de carácter erótico. Los contactos previos se han hecho por internet”.
Josep Manuel Castrillón, empresario del ocio nocturno, lo confirma. “En los años ochenta las discos eran el punto de reunión de los fines de semana para gente de Lleida y de los pueblos cercanos”, asegura. “Ahora no hay que salir todos los fines de semana para conocer gente o relacionarte: los móviles han cambiado las reglas del juego”. Los controles de alcoholemia han frenado la movilidad del ocio. “Y eso está bien que sea así, porque hay que evitar cualquier peligro en la carretera, pero ha sido otra de las razones que ha cambiado los hábitos de la noche”. Castrillón, conocido como Mànix en el sector, forma parte de la historia de locales históricos como el Krakers, el Provisional o, más recientemente, La Boîte. No solo cambian los nombres y los locales, sino la manera de salir. “Ahora se sale muy tarde. Hasta la una los pubs están vacios y a las tres hay que cerrar: nos queda un margen mínimo”. Y eso pasó factura –literalmente– a las discotecas, porque “necesitan mucho personal, gastan mucha luz, pagan muchos impuestos y hasta que no cierran los pubs están vacías”. Lluís Pont, que trabaja en un proyecto junto a Albert G. Fenosa para recuperar la historia de los locales de la noche de Lleida, lamenta que se pierda este patrimonio. “No lo valoramos hasta que cierra un establecimiento y nos damos cuenta de lo que representó”. Pero, por contra, renacen zonas de ocio que vivieron años de declive, como Els Vins. De la misma manera que los jóvenes han vuelto a tomar las fiestas populares. En Lleida, la Sirollada –por ejemplo– monta una fiesta mayor alternativa.
CARLES FEIXA. Catedrático experto en juventud
¿Por qué había tantas macrodiscotecas en Ponent?
Fue un fenómeno que no se supo aprovechar. Costó ver que tenía una dimensión cultural. Si durante los 80 en Fraga y Mollerussa había locales que marcaban la diferencia no era por casualidad. La Florida y la Big Ben eran potentes polos de atracción de vanguardia que creaban tendencia. Todo empezó en la costa, pero se desplazó hacia el interior y fue donde más se consolidó. Venía gente de toda Catalunya. Y de más lejos. Pinchaban DJ internacionales... Se apuesta por un modelo turístico que no acaba de funcionar y se dejó escapar lo que ya se tenía.
¿Los festivales y los conciertos han sustituido a las discos?
Hasta cierto punto sí. Ahora los jóvenes no necesitan quedar físicamente para compartir música y socializar, por lo que no conciben pagar una entrada para ir a una macrodiscoteca. En cambio, se gastan dinero en conciertos que les permiten relacionarse con otras personas que comparten sus mismos gustos.
¿Los jóvenes son distintos?
No, pero salen más tarde, son más desinhibidos... Pero la noche sigue sigue teniendo un halo mágido y el sexo la droga y el rock’n’roll siguen teniendo protagonismo.