Fuego popular y turístico

El fuego ha fascinado desde siempre a la humanidad y aunque son muchas las fiestas que lo honran en todas las estaciones del año, las del solsticio de verano son las que representan un mayor estallido de vida. En Lleida, el inicio de la temporada de fallas, la Flama del Canigó y como no, la Nit de Sant Joan, son sus máximos exponentes.

La mitología griega atribuye a Prometeo el control del fuego, amén del inicio de los sacrificios a los dioses y la aparición de la mujer. Aunque esto sea solo leyenda, el dominio de las llamas por parte de los humanos fue un hito de tal calibre que a veces no somos capaces de imaginar. Lo que sí perdura, sin embargo, es la fascinación que sentimos por él. “Se trata de un elemento que el hombre encuentra en la naturaleza accidentalmente, primero aprende a conservarlo y después a crearlo. De alguna manera es lo que distingue a las personas de otros seres: todos los animales que nos envuelven lo temen y el único que puede dominarlo es el hombre”, explica la antropóloga Josefina Riu.

No sorprende pues que la declaración de las fallas como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco el 1 de diciembre de 2015, con la candidatura internacional Festes del Foc del Solstici d’Estiu als Pirineus liderada por Andorra, comportase el pasado verano un notable incremento de público (de hecho, lo dobló) deseoso de contemplar el descenso de las serpientes de fuego. Ancestralmente, esta práctica tenía muchos significados, pero “uno muy claro es el de extender a todo el término municipal y alrededores el dominio de los humanos respecto a otros seres”, explica Roma.

La temporada empezó anoche en La Pobla de Segur y en Durro y vivirá su momento álgido el próximo viernes coincidiendo con la noche de Sant Joan, cuando habrá fallas en ocho pueblos de Lleida, seis aragoneses, tres andorranos y dos franceses de los 63 que conforman la lista de la Unesco. Acabará el 22 de julio en Llesp. Ahora, uno de los retos a los que se enfrentan es a preservar la fiesta en toda su esencia sin morir de éxito. Y es que no resulta fácil acoger a miles de visitantes allí donde los vecinos no llegan al centenar.

Ahora bien, la atracción por el fuego no se queda aquí. En toda Lleida la Nit de Sant Joan con sus hogueras y la Flama del Canigó están en auge tras años en los que parecía que la tradición iba a la baja. Sin embargo, en los últimos tiempos los jóvenes de numerosos municipios han tomado el testigo (ver desglose).

albatàrrec

La tercera edición de la Ancesa Jove se convirtió ayer en Albatàrrec en el preludio de la Nit de Sant Joan. Trece municipios del Segrià (Torres de Segre, Aitona, Sarroca de Lleida, Aspa, Alfés, Montoliu de Lleida, Llardecans, Maials, Almatret, Sunyer, Sudanell, y Torrebeses, que se estrenaba, además de Albatàrrec) participan en esta fiesta itinerante organizada por los jóvenes de los citados municipios para recuperar las celebración, que contó también con varios conciertos. Este año por primera vez no coincidirá con la Nit de Sant Joan, que el próximo viernes se celebrará en centenares de poblaciones leridanas. Las hogueras servirán para “simbolizar la vida y la limpieza del pasado para celebrar el gran estallido de vida que es el solsticio de verano”, en palabras de Roma. Arderán después de que buena parte de ellas reciban el fuego de la Flama del Canigó, que llegará a unas 400 localidades catalanas a través de diferentes rutas. En la de Lleida, entidades ciclistas y culturales de Bellpuig y Lleida son las encargadas de hacer llegar la Flama a los pueblos de los Pirineos y el llano de Lleida pasando por Puigcerdà y La Seu d’Urgell, antes de bajar por la Noguera en dirección a Lleida. A Mollerussa llega desde el Canigó en una carrera de relevos.