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El invierno fascinante de la vejez

Joan Margarit presentó ayer en Barcelona su esperado nuevo poemario.

Joan Margarit presentó ayer en Barcelona su esperado nuevo poemario.EFE

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Joan Margarit (Sanaüja, 1938) ha volcado el “invierno asombroso” que vive en el período que define como “senectud” en un nuevo poemario “sin eufemismos” en el que destila la alegría y el equilibrio al que ha llegado en este momento vital. Así lo explicó ayer en la presentación del poemario Un hivern fascinant (Proa), en la que subrayó que a las puertas de cumplir los 80 años vive una época “más enemiga que nunca” de los eufemismos, y sigue buscando verdad y belleza. A su juicio, la grandeza del poeta radica en hallar belleza donde parece que no la hay, si bien criticó que belleza sin verdad “no es nada”.

En el libro, que recoge 40 poemas, hay un homenaje a Juan Ramón Jiménez y a los poetas que han luchado hasta el final. “A Rimbaud y a Gil de Biedma les respeto, pero no bajan de la estantería de mi biblioteca en estos momentos”. Para Margarit, que reivindicó el valor y significado de las palabras, la poesía es una “aventura vital” que reconoce en la música, y que se construye desde la soledad y la tensión del lenguaje.

Para Joan Margarit, “la poesía es vecina de la música”, que va más allá de las palabras

“En la senectud, el futuro ya no cuenta y el pasado, cada vez menos”, dijo a las puertas de cumplir 80 años

“La poesía es vecina de la música. Las cosas que la poesía no alcanza a decir las puede decir la música”, observó el poeta vivo más leído en lengua catalana y Premio Nacional de Poesía en 2008 por Casa de misericòrdia.

“En la senectud, el futuro ya no cuenta y el pasado cada vez menos, y la degustación del presente se vive como nunca habías hecho antes”, reflexionó. Margarit también habló de la juventud actual, que le parece “tintinesca” por el hecho de no haber vivido las dificultades que afectaron a la generación anterior. “Yo tuve una hija con una deficiencia que me dio lo que nunca me dio nada en este mundo: la seguridad y el amor”.

En los escenarios del poemario, se reconoce la ciudad de Barcelona, con la que Margarit tiene una relación de “amor-odio” y Girona (Colera), “una ciudad áspera” y “menos coqueta” que una ciudad costera.

“Nunca he visto un proceso de independencia sin muertos”Joan Margarit mostró ciertas reservas con el movimiento soberanista en Catalunya, al que recriminó un uso indiscriminado de vocablos como ‘democracia’ y ‘ciudadanía’, y añadió: “No he visto nunca independencia sin muertos”. El poeta reveló que la primera vez que escuchó la palabra ‘independencia’ no pudo evitar sentir cierta sensación de miedo y respeto por haber vivido referentes violentos, como Argelia y otros países. Igualmente, Margarit dijo que “los viejos no son quienes tienen que gobernar” el tiempo de las personas que viven su juventud y madurez, aunque las personas mayores pueden opinar y pidió “más autocrítica e inteligencia” a los actores del proceso independentista.

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