Arte contra despropósitos e injusticias

Veni, vidi, vici. Cèlia del Diego lleva tan solo diez meses al frente de la Panera y aunque advierta que la 10ª Biennal Cristòfol, que se inauguró ayer, le pertenezca más al equipo que a ella, es indudable que soplan aires de cambio. Y de compromiso. Aimar Pérez Galí puso en danza al público con una inauguración atípica y reivindicativa. Del Diego confesó que dudaba si cancelar el acto por los “despropósitos políticos” y las “injusticias judiciales” que marcan la actualidad catalana. Al final se optó por parafrasear a Gabriel Celaya y reivindicar el arte como un arma cargada de futuro. Y más en un año de números redondos: diez ediciones de biennal, veinte años. “Veintiséis si contamos la cero que se hizo en el Roser en 1991”. Y la efeméride llevó a ampliar espacios. Las dos plantas de la Panera, la iglesia románica de Sant Martí y el Dipòsit del Pla de l’Aigua acogen trabajos de una docena de creadores. Emergentes y consagrados. Por primera vez no se sabe qué obras se han adquirido para una colección municipal “que no tiene todo el mundo”, subrayó la teniente de alcalde Cultura, Montse Parra. Y pensando en esta colección que ha de albergar el futuro Museu d’Art de Lleida de la antigua Audiència, Del Diego no está sola al frente de la Biennal, sino que cuenta con los críticos de arte Oriol Fontdevila y Javier Hontoria. A ellos se sumarán Jesús Navarro, director del Museu Morera, y la crítica Teresa Blanch para ejercer de jurados. Por primera vez, se abre la Biennal sin que se hayan seleccionado las piezas que adquirirá la Paeria. “Será una decisión del jurado, pero queremos saber también qué opina el público”. Hay reflexiones sobre la comunicación, denuncias contra la violencia sexual, exploración de los límites del arte, de sus fronteras. Y fuera de la Panera, más cambios. Fèlix Larrosa avanzó que en diez días se conocerán los proyectos de remodelación del entorno. Una cosa es segura: “La Panera será el espacio central de los cambios urbanísticos” del Centre Històric.